Newman como ejemplo de vida

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En esta lista larga de personas que han descubierto la Luz en la Iglesia Católica gracias al influjo y ejemplo de John Henry Newman, encontramos todo tipo de perfiles: mujeres casadas, estudiantes, sacerdotes, obispos… En esta ocasión hablaremos sobre Ambrose St. John.

Ambrose St. John nació 1815. Creció en Hornsey, Middlesex -actual Hornsey, al norte de Londres. Era hijo de Henry St. John, descendiente de los barones St. John de Bletso, y nieto de Andrew St John, decano de Worcester. 

Fue educado en el anglicanismo en Westminster School y Christ Church, Oxford, donde se graduó de Master of Arts. Lingüista y traductor. Fue ordenado sacerdote anglicano. En 1841 colaboró como capellán coadjutor de Henry Wilberforce, primero en Walmer y luego en East Farleigh. 

Por aquellos años el Movimiento de Oxford había acercado a muchas personas al conocimiento de la Iglesia primitiva y comenzaron a ver con buenos ojos a la Iglesia católica. El deseo de este grupo de teólogos y eclesiásticos era que la Iglesia de Inglaterra recuperara sus tradiciones más antiguas ante un creciente secularismo. Por aquellos años de inquietud, cuando la iglesia anglicana había sido desposeída de sus escaños en el Parlamento. John Henry Newman, fuertemente influido por un famoso sermón del teólogo y poeta John Keble del año 1833, National apostasy, decidió distribuir panfletos en los que defendía una concepción renovada del anglicanismo, y muchos otros lo apoyaron.

Por estos panfletos o tracts, el Movimiento de Oxford fue conocido como Movimiento Tractariano (Tractarian Movement) tras una serie de publicaciones en Tracts for the Times (1833-1841). Los tractarianos también fueron llamados «puseyites» en alusión a uno de sus líderes, Edward Bouverie Pusey, Profesor Regius de hebreo en la Iglesia Cristiana de Oxford. Otros prominentes tractarianos incluían a John Henry Newman, un profesor de Oriel College, Oxford y vicario de la Iglesia de la Universidad Santa María la Virgen; John Keble, Henry Edward ManningRichard Hurrell Froude, el poeta Gerard Manley HopkinsRobert WilberforceIsaac Williams y Sir William Palmer.

Newman fue siguiendo la trayectoria histórico-teológica desde el siglo IV de la Iglesia católica, buscando fundamentar de esta manera los principios de la Iglesia de Inglaterra. Hacia 1841 comenzó a vislumbrar desde el punto de vista teológico, que el depósito completo de la fe sólo se encontraba en Roma. Con esas dudas se retiró a Littlemore, a las afueras de Oxford para rezar y estudiar, e invitó a amigos y discípulos a pasar temporadas ahí para hacer un curso de retiro o estudiar. Entre ellos se encontraba también St. John. Newman les había pedido que podrían estar con él con la condición de que no fueran a hacerse católicos, pues él aún no se decidía. St. John se retiró también y poco después fue recibido en la Iglesia católica, aproximadamente un mes antes de la conversión de Newman, en octubre de 1845. Después de pasar un corto período con Newman en Maryvale, donde vivía Wiseman, el primer obispo de Inglaterra después de restablecerse las relaciones entre el Vaticano y la corona británica, rotas desde Enrique VIII. Wiseman decidió enviar a St. John y a Newman a Roma, para que se prepararan a recibir las órdenes sagradas dentro de la Iglesia católica. Ambos recibieron la ordenación sacerdotal el 30 de mayo de 1847.

Pio IX sugirió a Newman que conociera la espiritualidad de San Felipe Neri. Después del noviciado, el mismo Papa encargó a Newman que fundara el primer Oratorio de San Felipe Neri en Inglaterra. Se unieron al proyecto otros sacerdotes jóvenes también conversos. Posteriormente comenzaron los apostolados de la congregación del Oratorio de San Felipe Neri en Birmingham (1847), siendo después trasladados al suburbio de Edgbaston, en 1852. Otro grupo se fue a Londres y comenzaron ahí otro Oratorio.

En ese lugar, St. John trabajó como misionero y profesor, destacando como académico clásico y lingüista, tanto en lenguas orientales como europeas. Sus labores en el Oratorio de Birmingham duraron 28 años. Murió en el Oratorio de San Felipe Neri, Birmingham Inglaterra el 24 de mayo de 1875, mientras trabajaba en la traducción del libro de Josef Fessler sobre la infalibilidad papal. Newman tenía una capacidad increíble de trabajo y delegaba en St. John parte de ese trabajo, también académico. Al parecer, St. John murió de agotamiento y Newman sufrió pensando que había sido su culpa.

A la muerte de San Juan, en Edgbaston, Birmingham, Newman continuó su trabajo en la traducción del libro de Fessler, publicado como La verdadera y falsa infalibilidad de los papas en Londres en 1875, una defensa de la doctrina de la infalibilidad tal como la enseñaron los italianos, en un momento de controversia con William Ewart Gladstone. Por este motivo, Newman había encargado con urgencia este extenuante trabajo a St. John, quizá sin percatarse de lo que le estaba suponiendo.

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John Henry Newman dictó el sermón titulado “La abstinencia del tiempo de los Apóstoles, modelo
para el cristiano”. Quedó fechado en la Cuaresma del año 1841, el día 21 de marzo. Por aquel año,
su autor seguía siendo el Rector de la iglesia de St Mary´s, capellanía de la Universidad de Oxford.
Años en que se había separado de la mentalidad evangélica, y sufría serias dudas respecto a la
situación doctrinal de la Iglesia Anglicana a la que pertenecía.
Este sermón, publicado como el número 3 del volumen 6 de los Sermones Parroquiales
(Encuentro, Madrid 2013, p. 53 y siguientes) está centrado en unas palabras del Apóstol Pablo
dirigida a Timoteo, primer obispo de la ciudad griega de Éfeso: “No bebas agua sola: mejor toma
un poco de vino a causa de tu estómago y de tus frecuentes indisposiciones” (1 Tm 5, 23). El
discípulo de Pablo había leído desde niño el Antiguo Testamento, y había escuchado de labios de
Pablo el Nuevo., por ello decía de él: “me ha seguido en la doctrina, en la conducta” (2 Tm 3, 10), y
ambos hacían frecuentes vigilias. Dice Newman: “Así eran los santos en los primeros tiempos. Y
¡qué por debajo de ellos estamos hoy día! ¡Ay de nuestra vida fácil llena de comodidades, de
nuestra cobardía, de nuestra indolencia! ¿Así se gana el reino de los cielos? ¿Es así como San Pablo
combatió el buen combate y consumó su carrera? ¿O fue a base de echarse a la espalda todas las
cosas de la tierra y mirar fijamente al Dios visible? (John Henry Newman. Sermones Parroquiales.
Encuentro, Madrid 2013, p. 55)

Littlemore es conocido principalmente por Newman, cuya conexión con esa pequeña población comenzó en 1828 cuando fue asignado a la vicaría de St Mary the Virgin. Ahí comenzó a impartir clases para los residentes de esa zona. Newman fue el que hizo la petición de edificar una nueva iglesia.  De 1842 a 1846, Newman vivió en Littlemore, en una casa del College Lane, bajo la regla de una estricta disciplina monástica. Fue ahí donde se unió a la Iglesia Católica.

Para una descripción detallada de lo que fue Littlemore para Newman, puede leerse: http://www.newmanreader.org/biography/meynell/chapter3.html

 

Video tomado de http://www.newmanfriendsinternational.org

 

Siendo Newman consciente de la intensidad de su vida guardaba con cuidado sus apuntes y cartas personales, sin embargo, no se había planteado la redacción sobre su autobiografía de manera directa, a pesar de que Bremond le llama «el más autobiográfico de los hombres». En su novela Loss and Gane: The Story of a Convert (1847), Newman había relatado la historia de un estudiante de Oxford, Charles Reding. A poco que se conozca la vida de Newman se comprende que detrás del proceso de conversión de aquel personaje se esconde su propia lucha. Pero ha cambiado los nombres y las circunstancias, dando origen a una narración paralela, pero no igual a su vida. Lo que motivó a Newman a escribir sobre su experiencia vital fue el ataque público que hizo el doctor Charles Kingsley (1819-1875) a los católicos en general y directamente a su persona. Kingsley siendo ya un conocido escritor anglicano, escribió en 1864 en una revista que «la religión católica hace peores a los hombres» y que «la verdad no ha sido nunca una virtud del clero católico». Para confirmar sus palabras incluyó en el texto que el «Padre Newman  nos dice que no hace falta eso (virtud), y en general no debe ser así». Ello movió a Newman a hacer una defensa igualmente pública. Para este fin utilizó material que apoyara los hechos por él descritos en cartas y otros documentos que había recogido con antelación.

Como antecedente, Newman se había convertido del anglicanismo al catolicismo en 1845. Antes de tal decisión había padecido grandes dudas, retracciones, calumnias e insultos; en consecuencia, sufría el recelo de muchos católicos y el odio de los anglicanos. Hacia 1864, Newman vivía en el Oratorio de San Felipe Neri en Edgbaston, Birmingham, y quiso aprovechar la oportunidad para devolver la honra a aquellos con quienes compartía su fe. Teniendo él presentes los grandes sacrificios que había pasado, la constante fidelidad a los llamados de su conciencia y las largas temporadas de obscuridad, atestiguados por escritos de conocimiento público, contaba con suficientes pruebas como para demostrar la sinceridad de sus decisiones.

Nuestro autor salió del silencio y comenzó la redacción de siete folletos semanales que fueron publicados sucesivamente entre el jueves 21 de abril y el 2 de junio de 1864 en la revista Macmillan´s Magazine. Los dos primeros los dedicó a examinar las acusaciones. Posteriormente Newman inició el relato y defensa de su vida con aquellos datos que fueron significativos en su proceso de conversión y que le llevaron hasta un acto de asentimiento imprevisto de su parte. Narra desde sus primeros años de juventud hasta 1845; lo restante lo omite porque le parece que el asunto queda resuelto con mostrar el camino de su conversión. Los folletos despertaron el interés en todos los ambientes dentro y fuera de las Islas Británicas. Del lado de Kingsley estaban la Iglesia Nacional, el Parlamento, la Universidad de Oxford (cabeza de la intelectualidad anglicana) y el vulgo, cultos y menos cultos. Desde América, Asia y, sobre todo, de Roma llegaban cartas a Newman. Se enfrentaban en un debate abierto dos grandes concepciones del pensamiento, de la vida intelectual y espiritual de mediados del siglo XIX. Posteriormente fueron publicados como libro bajo el título de Apologia pro vita sua.

Es necesario mencionar algunas circunstancias de su contexto para ayudar a comprender el ambiente que le rodeaba. La vida de Newman abarcó casi por completo el siglo XIX. Éste fue para Inglaterra un siglo de profundas transformaciones, especialmente durante sus primeras décadas. En el ámbito científico y técnico aparecieron brillantes investigadores cuyos descubrimientos estuvieron cuajados de cambios vitales en los campos de la biología, la geología, la química y las ciencias médicas. Aparecen la locomotora y la electricidad. Todo ello trae como consecuencia un progreso industrial nunca antes sospechado. En estrecha relación con estos avances, la sociedad sufrió una serie de profundas transformaciones. Nace el sistema económico capitalista práctico, avalada por unas teorías que se difundieron con facilidad. Se crearon las primeras fábricas y se inició la explotación industrial moderna. Apareció la masa obrera de las ciudades para abastecer las fábricas; al tiempo que se consolidó la burguesía.

En esa misma época, la política inglesa incorporó el derecho al voto y tomó fuerza el poder de las clases medias suplantando el poder de la aristocracia. El mismo Parlamento comenzó a representar las personas en particular, a cualquier ciudadano, en vez de las propiedades de los nobles. La cultura está invadida por el Romanticismo en las artes y en las letras. Se rompe la tradición y la ruptura con el racionalismo es una reacción casi violenta. Como resultado se advierte un resurgimiento comparable a la época de Shakespeare. Los representantes ingleses del romanticismo se manifiestan en tan diversos estilos desde el pesimismo de Lord Byron (1788-1824) hasta la lozanía popular y castiza de Walter Scott (1771-1832). Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) y William Wordsworth (1770-1850) son también interesantes artistas de la época. La cercanía de la Revolución francesa y la influencia de los jacobinos trajeron consigo otros cambios ideológicos. En filosofía se desarrolló el  positivismo; y en detrimento de la religión se popularizaron las tendencias agnósticas. Triunfó el materialismo, la revolución y la  incredulidad.

En cuanto a Newman, fue ministro de la Iglesia Anglicana, comunidad dominada ya en el siglo pasado por una religiosidad formal y casi vacía. La ley tenía el monopolio de las conciencias, mientras que el clero estaba frecuentemente ausente de su trabajo pastoral. Por otro lado, dicha Iglesia sufre la ofensiva de quienes pretendían despojarla de sus privilegios en la vida pública del país y su influencia sobre los fieles. Aparecen, dentro del anglicanismo,  grupos de tendencia protestante por influencia alemana. Eran sectas distintas entre los que destacan los grupos de metodistas, cuáqueros, unitarios y bautistas. Igualmente se introdujeron ideologías secularistas y laicistas dando como consecuencia un paulatino proceso de incredulidad. Y para contrarrestar la fuerza cultural del anglicanismo, se creó la London University en 1828, que pretendía ser la réplica laica de la enseñanza confesional de Oxford y Cambridge. La filosofía utilitarista de Jeremy Bentham (1748-1832) y James Mill (1773-1836) representa el pragmatismo individualista y secularizador en Inglaterra. Desde esta teoría pretenden reducir la religión a una función moralista de la sociedad. El marco histórico en que se desarrolló la vida de Newman tuvo importantes repercusiones hasta nuestros días.

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Tengo algún tiempo investigando sobre la amistad que mantuvo Newman con Maria Giberne. Ella conoció a la familia Newman a través de su hermana que estaba casada con el clérigo anglicano Mayers, que había sido profesor de John Henry en la primera enseñanza. Una de las cualidades de Maria era la pintura, por ello varias de las imágenes de Newman y su familia fueron realizadas por ella.

Tuve la oportunidad de encontrar en el Monasterio de Moulins, Francia, la reseña que se escribió en 1885 cuando ella murió en el Monasterio de la Visitación de Autun, cerca de Lyon.

gibernMe recibieron tres días primero en Paray Le Monial y de ahí me contactaron con Moulins.

Dicha reseña fue escrita en francés, basada en gran medida en la autobiografía que Giberne escribió unos años antes de su muerte, siendo Hermana de la Visitación. Dicha biografía no la he encontrado ni en Paray ni en Moulins pero pienso que reportará gran luz respecto a la amistad mantenida durante cerca de 60 años.

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"Papa turba". Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Papa_turba.jpg#/media/File:Papa_turba.jpg

John Henry Newman se atrevió a brindar primero por la conciencia que por el Papa.

Esta actitud tiene su fundamento en la profundidad con la que Newman vivió guiado por la Luz de su conciencia, pues ha experimentado en la intimidad de su alma la presencia de Dios que le señala poco a poco el camino que debe seguir.

El 10 de febrero Benedicto XVI sorprendió al mundo. Precisamente el Papa brindaba por la conciencia y a la Luz de ella se ha visto con la responsabilidad de hacerse a un lado, de dejar de figurar, de centrarse en su oración a Dios por la Iglesia y dejar el paso al Espíritu Santo para que elija una cabeza visible de la Iglesia de Cristo que tenga la fuerza física y espiritual de la que él se siente ya disminuido. Pienso que la humildad de Joseph Ratzinger le impide comprender la grandeza de su espíritu y confesarse listo para abrir camino a su relevo.

Sirve mucho seguir leyendo las palabras directas con las que anunció que se retira y profundizar en cada una de sus afirmaciones.

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