JOHN HENRY NEWMAN: La fecundidad de un Humanista.

JOHN HENRY NEWMAN: La fecundidad de un Humanista.

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Paula Jullian

En febrero de 2019, el Vaticano aprobó la canonización del cardenal inglés John Henry Newman (1801-1890). Pero más allá de su santidad de vida, Newman es reconocido como uno de los intelectuales más célebres de la Inglaterra victoriana. Su figura despierta un creciente interés, como lo confirman numerosas publicaciones sobre su persona y pensamiento en los últimos años, sin embargo, permanece aún bastante desconocido en el mundo hispanohablante.  

Probablemente muchos católicos, particularmente de habla castellana, han oído de John Henry Newman por su santidad de vida y su célebre conversión, pero su nombre es quizá poco conocido como un intelectual de categoría. 

Newman es uno de los pensadores más versátiles del siglo XIX, cuyo legado trasciende el mundo católico. Es considerado como un humanista en el más pleno sentido de la palabra: teólogo, filósofo, historiador, educador, ensayista, poeta y músico. La fecundidad de su vida intelectual puede abrumar. Su vasta obra quedó plasmada en 90 gruesos volúmenes, de los cuales 32 corresponden a sus cartas. Se suman los innumerables documentos personales y de trabajo sin publicar, conservados en el Birmingham Oratory Archives (BOA) hoy en proceso de digitalización.   

Newman estudió y trabajó en la universidad de Oxford, el centro del anglicanismo y la discusión intelectual del momento, donde se desempeñó como clérigo y profesor de historia, literatura y lenguas clásicas, disciplinas pertenecientes al centro del currículo universitario, por las que tenía una especial pasión.

Para ello se remontó al estudio de las fuentes del cristianismo en los Padres de la Iglesia, lo que no hizo más que llevarlo a su conversión en Roma, a pesar de que durante años la había repudiado públicamente. 

Si bien ya en su tiempo era un destacado personaje, su nombre se difundió más aún con su bullada conversión en el entorno académico. Así, tras 27 años de residencia en Oxford, debió renunciar a una posición de prestigio, incompatible con su condición de católico. Más tarde en su vida, como sacerdote fundaría una universidad, una congregación secular y un colegio, en los cuales actuaría como rector, director y profesor. 

HOMBRE DE LETRAS

Su pasión por las humanidades brotaba de su asombro ante el misterio inefable del ser humano y su incansable búsqueda de la verdad. Platón, Aristóteles y Cicerón eran sus maestros y figuras centrales en su enseñanza, con quienes ‘dialogaba’ tanto en sus clases como en sus escritos. 

Los clásicos eran para él obras donde podía vislumbrar las profundidades de la naturaleza humana, lo más sublime y lo mas decadente dentro de uno mismo. De ahí que sostenía que “el libro del hombre es llamado literatura”[1], lo que dejó bellamente expresado en el noveno discurso de “La idea de Universidad”: “La Literatura declama e insinúa, es multiforme y versátil, persuade en vez de convencer; seduce, cautiva, apela al sentido del honor, fomenta la imaginación y estimula la curiosidad. Se abre paso por medio de la alegría, la sátira, el romance, lo bello y lo placentero”[2].  

A fin de encontrar respuestas, exploró en todas las áreas del saber de sus días. Era un ávido lector de todos los temas, desde la historia y teología hasta las ciencias y la lógica formal. Su amigo James Froude escribió de él,“Su mente era universal, se interesaba por todo lo que ocurría en las ciencias, en la política o en la literatura. Nada era demasiado grande o demasiado trivial para el, en cuanto todo daba luces a la cuestión central: que era realmente el Hombre y cual era su destino”[3]

Su genialidad se ve reflejada en su enorme producción de escritos literarios, académicos y personales, que incluyen novelas, poemas, ensayos, columnas, editoriales, y unas 20.000 cartas. La riqueza de sus publicaciones radica tanto en el contenido como en el estilo. Dada la diversidad de géneros que abarcó, se le puede encajar cómodamente en una variedad de temas y estilos.

A pesar de su amor por las letras, Newman escribió poco por placer como el hubiera querido. Su obra se compone mayormente de compilaciones de sus innumerables discursos y escritos que fueron recogidos y publicados años mas tarde. A causa de esto, sus escritos se han calificado de ‘asistemáticos’ y efectivamente lo son. Se comprende ya que sus colecciones tomaron forma a lo largo de años, a menudo con prolongadas pausas de tiempo entre una parte y otra y en circunstancias disímiles. Aun así, tomaba especial cuidado en la edición y estilo para dar cohesión a textos aislados de modo que el conjunto adquiera una mayor unidad, lo que no fue siempre igualmente logrado. 

Como en el caso de todo artista, su obra solo se comprende a la luz de su historia personal. El no se consideraba a si mismo mas que un “un escritor ocasional”, cuyo trabajo fue casi siempre motivado por una “llamada a escribir”[4], es decir por una provocación a causa de circunstancias del momento o deberes que recaían sobre el. A menudo se trató de defender cuestiones filosóficas o teológicas, ataques personales o falsas acusaciones. De ahí que llego a declarar “Envidio a quienes han podido seguir su línea de interés, como tantos escritores y poetas lo hacen hoy”[5].

El POLEMISTA 

La Europa del siglo XIX destaca por las numerosas corrientes de pensamiento racionalista y liberal que se imponían en el mundo de las ideas. En el contexto británico, esta tendencia se caracterizó por las fuertes expresiones secularistas, empiristas y utilitaristas que tuvieron un gran impacto en la esfera social. Newman reaccionó y las confrontó atendiendo a argumentos filosóficos, teológicos, educacionales e incluso políticos a fin de exponer sus errores antropológicos. 

Durante su vida, dialogó básicamente con todas las manifestaciones ideológicas dominantes, objetando sus posturas por medio de cartas y editoriales en diarios y revistas, donde abría discusiones públicas que generaban acalorados debates. Esto explica la naturaleza dialógica de su obra, que se podría resumir en una gran respuesta a cuestiones en torno a la persona y la religión. 

Dentro de la diversidad de sus escritos, se distinguen su retórica directa e incisiva -característica de la prosa británica del siglo XIX- que lo convirtió en un reconocido polemista que se involucró en abiertas disputas con personajes públicos, intercambiando correspondencia incluso con los primeros ministros William Gladstone y Robert Peel y con destacados intelectuales como Charles Kingsley y Thomas Arnold, a cuyas réplicas les debemos algunas de sus obras mas prominentes. 

Sus contiendas en los medios prácticamente estrenaron una nueva forma literaria; “la literatura de la controversia”[6]. El mismo llegó a declararse un “controversialist”, cuyos agudos comentarios -propios del humor flemático inglés- hoy en día serían tildados de políticamente incorrectos. No en vano el círculo literario lo calificó como “un genio de la sátira y uno de los grandes maestros del sarcasmo de la lengua Inglesa”[7]. Sin embargo, por su calidad moral y lucidez intelectual, era respetado incluso entre sus adversarios, quienes muchas veces optaron por no replicar. 

Pero lo que definitivamente movía a Newman no era una mera confrontación de opiniones. Todo su pensamiento está fundado en su convicción de la existencia de una verdad objetiva e inmutable y la capacidad de la mente humana de aprehenderla. Argumentaba que esta no era un mero pensamiento, sino que una realidad externa a nosotros, “que existe por si misma, no porque sea comprendida por nosotros ni por dependencia de nuestra voluntad. Se refiere a la naturaleza misma de las cosas”[8]. Este principio se encuentra en el trasfondo de toda su obra.

 CONFESION DEL CORAZÓN

La obra de Newman también revela su exquisita sensibilidad, recogida en poemas y en sus miles de cartas, en que deja ver su corazón en toda su hondura; el hombre de muchos amigos, de tierno cariño por su familia y constante preocupación por sus estudiantes y cuantos se acercaban a él.

Entre las obras que nos muestran su exquisita sensibilidad se encuentra la Apologia Pro Vita Sua, una obra maestra de la literatura espiritual que ha sido comparada con Las Confesionesde San Agustín. Durante años Newman había sido objeto de calumnias y descrédito públicos a causa de su conversión y había callado, pero ante la acusación de faltar a la verdad optó por responder en un sincero y desapasionado relato del proceso de su conversión, en el que abre su alma exponiendo los motivos que le llevaron a ella, los sufrimientos por los que pasó y la paz que descubrió en la Iglesia Católica. 

Esta humilde confesión le ganó el cariño de muchos ingleses que cambiaron radicalmente su actitud hacia él. Cientos de cartas vinieron a llenar su buzón expresándole su afecto. Entre ellas la de George Elliot, quien además de celebrarle por su obra literaria, lo elogió por su valentía. La Apologíaes una joya de la mas fina prosa inglesa. 

Aunque la vida no le permitió a Newman dedicarse a la literatura como él hubiera querido, la razón de todos sus trabajos fueron un profundo amor a Dios y su intensa vida de oración. Fue él quien penetró en la realidad de la conciencia como nadie lo había hecho hasta entonces, definiéndola como la “recámara en lo mas profundo del alma, donde se encuentran Dios y el hombre cara a cara”. No es de extrañar que su lema cardenalicio fuera “cor ad cor loquitur”. Es decir “El Corazón habla al corazón’.

FUENTE: 

Suplemento Artes y Letras (p. 6) del diario ‘El Mercurio’. Domingo 10 marzo, 2019


[1]Idea of a University, discourse 9 http://www.newmanreader.org/works/idea/discourse9.html

[2]Idea of a University, discourse 9http://www.newmanreader.org/works/idea/discourse9.html

[3]James Anthony Froude. Longmans, Green & Co., London http://www.newmanreader.org/biography/jafroude.html

[4]To the Academia of the Catholic Religion http://www.newmanreader.org/works/addresses/file3.html

[5]To the Academia of the Catholic Religion. http://www.newmanreader.org/works/addresses/file3.html

[6]Ker, Ian. The Achievement of John Henry Newman, Collins, 1990, (p. 153)

[7]Richard Holt Hutton, Letters and Diaries, xxi. 61. http://www.newmanreader.org/biography/ward/volume2/chapter20.html

[8] Idea de Universidad. Parte II. Temas Universitarios. Conferencia impartida en la facultad de Filosofía y Letras universidad de Dublín.http://www.newmanreader.org/works/idea/discourse9.html