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Academia Dominicana de la Lengua

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CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Fundada el 12 de octubre de 1927 “La Lengua es la Patria” Santo Domingo, República Dominicana

ACTIVIDADES ACADÉMICAS DE SEPTIEMBRE DE 2018

Estimados académicos:
Mediante esta comunicación les remito una reseña de las actividades realizadas en la
Academia Dominicana de la Lengua en el mes de septiembre de 2018.

Con mi distinción y afecto, reciban mis saludos cordiales.

Dr. Bruno Rosario Candelier

Director.-
Dirección postal
Academia Dominicana de la Lengua
Calle Mercedes 204, Ciudad Colonial,
Santo Domingo, República Dominicana

Dirección electrónica
Teléfono 809-687-9197
http:www.academia.org.do

COLOQUIO SOBRE LA POETA COLOMBIANA HELENA OSPINA

En su sede oficial de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, la Academia
Dominicana de la Lengua celebró un coloquio literario sobre la obra de Helena Ospina
Garcés, poeta, ensayista y promotora cultural colombiana, quien fuera correspondiente
de la ADL.
La actividad estuvo presidida por los miembros directivos de la institución,
Federico Henríquez Gratereaux, Manuel Núñez, Juan José Jiménez Sabater y Bruno
Rosario Candelier. Y de Costa Rica, Víctor Valembois, Jorge Chen y Gabriel Quesada,
quienes compartieron con la escritora en la editora Promesa y la Universidad de Costa
Rica.
La administradora de Promesa, Érika Chinchilla, en su mensaje enfatiza el
valioso aporte de Helena Ospina Garcés como gestora cultural en una ardua labor
desplegada por la poeta colombiana mientras residió en San José de Costa Rica. Se trata
de una escritora que abogaba por el cultivo del arte como expresión de la belleza
inspiradora.

Jorge Chen Sham habló sobre “La creación literaria de Helena Ospina Garcés”,
que ilustró con poemas la función emotiva y apelativa del lenguaje. Reiteró que la
poética de esta autora se asienta en esas dos funciones de la lengua. Analizó el poema
"Victoria de Samotracia", del cual destacó la musicalidad en sus versos, fundada en
varios recursos estilísticos como el encabalgamiento, así como en el uso de la rima
asonante. El yo lírico de la autora se siente seguro, afirma Chen Sham, al avanzar en el
poema, como el marinero que llega al puerto al comparar ambas realidades, la textual y
la vida cotidiana. Durante su alocución, el intelectual tico hizo mención de un estudio
que, acerca de la obra literaria de doña Helena, ha realizado la académica Conny
Palacios, compartiendo con ella sus juicios elogiosos sobre la autora homenajeada: "Es
un himno al tú, dado que en una parte del poema, Ospina invoca a la
Divinidad". También analizó otros poemas de Helena Ospina: "De amor herida" y
"Diálogo del alma y el verbo", de los cuales afirmó que están estructurados como una
canción, subgénero lírico bastante asentado en el gusto de las mayorías, aseguró, y
agregó que, "es propio de la canción esa transformación del verso, en estructura
musical, a partir de la valoración de las imágenes, como la sinécdoque, por ejemplo".
Por su parte, Víctor Valembois testimonió su fructífera relación con la escritora, de
quien destacó que contribuyó enormemente a tender puentes entre los escritores de otros
países con los colegas de Costa Rica,  se refirió con gran admiración y respeto acerca de
“Las bellas armas poéticas”, de Helena Ospina. Recalcó que gracias a doña Helena
conoció la literatura dominicana, y a sus escritores, como Manuel de Jesús Galván y
Juan Bosch.
Valembois presentó su disertación en el plano del testimonio, y lo anecdótico
predominó en sus palabras acerca de los lazos fraternos que le unieron a Ospina Garcés,
quien contribuyó a que él pudiese establecer vínculos entrañables con escritores de otros
lares, como el escritor y sacerdote guatemalteco Gustavo González Villanueva, o como
el polaco-colombiano Bogdan Piotrowski y con el dominicano Bruno Rosario
Candelier. La gestora de puentes literarios, Ospina Garcés, marcó la impronta de su
legado en "ese ir más allá, más lejos en la búsqueda de la belleza y lo verdadero o
esencial en el arte".
Esas reflexiones resultaron de sus evocaciones, a propósito de las veces que
doña Helena le impulsó a dictar conferencias -en lugares tan exclusivos como el palacio
de la Zarina, en San Petersburgo, Rusia-, o conocer autores como Victoria Ocampo, o
publicar obras, superando sus dudas sobre la calidad de las mismas. Valembois
concluyó con una enseñanza del papa Juan Pablo II, y que doña Helena le recalcaba
frecuentemente, en la que exhortaba a “constituirse en puentes, en caminos viables para
el progreso espiritual".
El director de la Academia, al tomar la palabra explicó que esta ilustre escritora
colombiana de nacimiento, pero costarricense por elección personal, asumió su
vocación poética a los cincuenta años, semejante al caso de nuestro Premio Nacional de
Literatura 2018, el novelista Manuel Salvador Gautier, quien también es el coordinador
del Grupo Mester de Narradores de la Academia, presente en la actividad. Rosario
Candelier afirmó que Ospina Garcés exaltaba la belleza como principio rector del arte,
como testimonio para canalizar su sensibilidad y su creatividad. En este punto, ella se
declara seguidora de Platón, filósofo griego para quien la belleza encendía los mejores
sentimientos del ser humano hasta elevarlo a la Divinidad: "La poesía es un medio para
alcanzar la comprensión estética y espiritual de la realidad", dijo. En este punto, hizo
referencia a los libros del Interiorismo literario, en los cuales hago hincapié en este
aspecto,  y cuya dimensión mística, espiritual y estética, podemos constatar en las obras
de doña Helena: “La meta de ella, dijo, era alcanzar lo divino, lo trascendente, tanto en

el arte como en el cultivo de la sensibilidad, de su mundo interior, rasgo esencial que le
daba sentido a su existencia”.
El director de la ADL sostuvo que Helena Ospina alcanzó la cúspide de su
vocación como poeta a la edad de 50 años: “Me lancé a escribir para alumbrar la belleza
que presentía desde siempre en mi alma y que descubría también fuera de mí”, es el
pensamiento sobre su concepción del mundo, y añadió el filólogo, quien además decoró
dicho precepto con la idea de que “la belleza, en el mundo espiritual de doña Helena
Ospina Garcés palpitaba en todo lo viviente porque ella partía siempre de la belleza, y
asumía la belleza como base y apelación de su creación. En su obra exalta el concepto
de belleza. No es de extrañar el hecho de que la poeta sea una seguidora de Platón, ya
que dicho filósofo sostenía que la belleza culmina en Dios. Bajo ese influjo, la poeta
colombiana vivió altamente estimulada para canalizar sus motivaciones y sentimientos
más fecundos y todo aquello que la sacudía entrañablemente, pues era una mujer de las
que vienen al mundo con condiciones excepcionales para testimoniar su talento, su
inspiración y su vocación de amor en su creatividad’, expresó Bruno Rosario Candelier,
y añadió que la promotora cultural tenía una alta convicción sobre el poder de la
palabra: “Tuvo la energía suficiente para asumir la palabra y encender la vocación por la
palabra; su poesía era simple y transparente pero con un mensaje luminoso, porque ella
sabía que la palabra poética debía llegar a los demás, y la mejor forma de que llegase a
los demás, no era usando esa forma moderna que usan los poetas actuales, que enredan
y complican el lenguaje, sino que ella procuraba llegar al corazón a través de la
sensibilidad, y a la sensibilidad, a través de la belleza. Asumía la palabra, la experiencia
humana y la cultura como conexión para llegar a lo divino, por lo que, como creyente de
alta espiritualidad y profunda fe, supo hallar la forma de canalizar el sentimiento de lo
divino, que era su mayor aspiración”.
En Helena Ospina el sentimiento de la Divinidad fue asumido desde el amor,
que ilustró con el poema "Queriendo quedar, quedo", inspirado en la obra de san Juan
de la Cruz: "Todo la estremecía, y en todo buscaba concitar en la persona el amor por lo
divino, a través del cultivo de la belleza, como vía de la verdad y la dimensión
espiritual", comentó.
Resaltó la impronta religiosa y mística en el legado de Helena Ospina, tanto a
nivel intelectual como en la vida cotidiana. Por eso, "valiéndose de la poesía y la
espiritualidad, ocupó su vida en tender puentes", razón por la que rendimos este
homenaje póstumo a tan valiosa intelectual, merecedora de este reconocimiento, con
admiración y gratitud.
Al concluir el sentido homenaje a la escritora colombo-costarricense, su nieto
agradeció el noble gesto de la Academia Dominicana de la Lengua, así como de los
intelectuales que participaron en este acto de valoración del legado literario, estético y
espiritual de Helena Ospina Garcés. Santo Domingo, 18 de septiembre de 2018.

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