Página no encontrada
Lo sentimos pero la página que estas bú¿uscando no existe

Nuestros últimos post

0 1053

Jesús mío:

Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya;

inunda mi alma con tu espíritu y tu vida;

llena todo mi ser y toma de él posesión

de tal manera que mi vida no sea en adelante

sino una irradiación de la tuya.

Quédate en mi corazón en una unión tan íntima

que quienes tengan contacto conmigo

puedan sentir en mí tu presencia;

y que al mirarme olviden que yo existo

y no piensen sino en ti.

Quédate conmigo.

Así podré convertirme en luz para los otros.

Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de ti;

ni uno solo de sus rayos será mío.

Te serviré apenas de instrumento para que

tú ilumines a las almas a través de mí.

Déjame alabarte en la forma que te es más agradable:

llevando mi lámpara encendida para disipar las sombras

en el camino de otras almas.

Déjame predicar tu nombre sin palabras…

Con mi ejemplo, con mi fuerza de atracción,

con la sobrenatural influencia de mis obras,

con la fuerza evidente del amor que mi corazón siente por ti.

Fuente: https://www.aciprensa.com/recurso/1766/oracion-de-san-john-henry-newman

El autor, José Manuel Horcajo, es sacerdote en el popular barrio de Vallecas en Madrid. En este libro hace un viaje por muchas historias de personas muy distintas, desde personas en situación de calle o con drogadicción, budistas… hasta directores de banco, catedráticos de filosofía, madres adolescentes o deportistas.

Escucha Al cruzar el puente (Audiolibro)

https://on.soundcloud.com/gxzSYTfW5P6J14NCA

El puente del que habla el título y que se cruza en este libro es el que atraviesa el barrio de Vallecas, conocido por ser uno de los más populares de Madrid. 

Allí llegó en 2009 José Manuel Horcajo, sacerdote de la diócesis de Madrid, a ejercer su ministerio en la parroquia de san Ramón Nonato. Desde entonces, son prácticamente innumerables las historias y rostros humanos que han pasado por el despacho de la parroquia, confesionarios, Cáritas y últimos bancos de la iglesia, abierta de 7:30 a 21:30 todos los días de la semana. 

Portada del libro

Información para conseguir el libro Al cruzar el puente, de la editorial Palabra

En estas páginas se nos anima a que crucemos el puente que nos puede unir a los demás, a los que sentimos alejados, a los que nos cuesta tratar, a los que nuestra sensibilidad rechaza, a los que nos parecen perdidos, a los que no nos gustaría que nos metan en nuestra casa, a los que nos dan lástima, pero por los que no hacemos nada al pasar a su lado. El misterio del otro nos espera, tan solo falta dar el primer paso.

Entrevista con José Manuel Horcajo 

Fuente: https://opusdei.org/es-mx/article/al-cruzar-el-puente-audiolibro/

Introducción

El pasado 15 de agosto celebramos en nuestra Iglesia Universal la solemnidad de la Asunción, verdad de fe que como cristianos nos recuerda la esperanza a la cual todos estamos llamados, la resurrección. Es evidente que esta realidad no se entiende sin la acción redentora de Nuestro Señor Jesucristo, quien padeció, murió y resucitó para liberarnos del pecado y ganarnos la vida después de que la muerte entrara al mundo.

Por ello este dogma mariano expresa esta realidad en la criatura más íntimamente unida a Cristo quien, padeciendo junto con Él, así también, es resucitada y llevada al cielo.  Aunque todavía en el siglo XIX no estaba reconocido por el magisterio como dogma, ya formaba parte del sensus fidei, cuya intuición provenía de la tradición patrística, y considerando que Newman tenía un conocimiento profundo sobre los Padres y su doctrina, que lo llevo a la conversión, no sería para menos que él mismo defendiera esta afirmación mariana.

En el presente artículo se tiene la finalidad de presentar la exposición newmaniana acerca del dogma de la Asunción, sin dejar de lado que la argumentación de Newman está circunscrita en el siglo XIX (antes de la proclamación del dogma mariano) Su reflexión se basa en el criterio de conveniencia que forma parte del desarrollo del dogma y que, para entenderlo mejor, se expondrá de manera breve el criterio que utilizaba Newman para justificar lo que más adelante será una verdad promulgada.

Conveniencia lógica

Sabemos que una de las características muy destacadas de Newman al exponer la doctrina cristiana es mostrando la armonía que hay entre la fe y la razón. Para él no hay contradicción lógica en ninguna verdad de fe, sino al contrario, al mismo intelecto humano no le causa violencia alguna cualquier contenido doctrinal. Pero esto no debe entenderse en un sentido racionalista, pues Newman no reduce la fe a la pura razón, sino que, reconoce que la fe supera al intelecto humano, pero sin contradecir la estructura racional. «Sabemos que en el mundo natural nada hay superfluo, incompleto o independiente, sino que unas partes responden a otras, y que todos los detalles se combinan para formar un estupendo conjunto»[1].

«La revelación no puede romper la estructura lógica de la mente humana, pues el Dios que se revela es el mismo autor de las cosas naturales, creador de la mente humana. La inteligencia del hombre fue creada para conocer la verdad, todo lo que es verdadero puede ser objeto de conocimiento de la razón.

Ocurre lo mismo en relación con el mundo sobrenatural. Las grandes verdades de la Revelación se encuentran todas conexas y forman un conjunto. Cualquiera puede verlo, en cierta medida, incluso a simple vista. Pero captar la entera trabazón y armonía de la doctrina católica exige estudio y meditación»[2].

La armonía es la estructura del criterio de conveniencia (utilizado a lo largo de la tradición de la Iglesia) en el que Newman se apoya para defender lo que posteriormente será un dogma. Debido a la integralidad y unidad de las verdades divinas, la conveniencia es la proyección de la probabilidad de una verdad hacia otra. No debemos entender que la probabilidad que desarrolla el criterio de conveniencia es igual a las probabilidades en las matemáticas.

 El hombre no puede conocer toda la revelación en una sola afirmación o factum debido a su limitación intelectual. La conexión que nos muestra una verdad se nos presenta a nosotros en un primer momento a modo de posibilidad, la conexión misma no es en ese instante un hecho, pues no hemos alcanzado todavía la profundización suficiente para afirmar tal posibilidad que inferimos a partir de otro hecho. Pero la probabilidad inferida procede de una proposición totalmente verdadera, por lo que es una probabilidad iluminada por una realidad de fe. Es por ello que si observamos a lo largo de la historia de la iglesia, la mayoría de estas probabilidades (conveniencias) se reconocen más tarde como hechos. Estas conexiones son regidas por la providencia de Dios.

«If Christianity is a fact, and impresses an idea of itself on our minds and is a subject-matter of exercises of the reason, that idea will in course of time expand into a multitude of ideas, and aspects of ideas, connected and harmonious with one another, and in themselves determinate and immutable, as is the objective fact itself which is thus represented. It is a characteristic of our minds, that they cannot take an object in, which is submitted to them simply and integrally »[3].

Newman justifica de esta manera la posibilidad del desarrollo racional de las verdades cristianas. Gracias a esta armonía y conexión que hay entre ellas, el proceso racional nos ayuda a integrar en nuestro intelecto la relación que conecta estas verdades. Considerando que la razón no puede abarcar toda la verdad de una sola vez, sino solamente aspectos de ella encontrando su unidad en la Verdad absoluta, cada aspecto de ella lleva necesariamente a otro. Esto es la conveniencia, la consecuencia lógica de una verdad hacia otra.

«Since, when an idea is living, that is, influential and effective, it is sure to develop according to its own nature, and the tendencies, which are carried out on the long run, may under favourable circumstances show themselves early as well as late, and logic is the same in all ages, instances of a development which is to come, though vague and isolated, may occur from the very first, though a lapse of time be necessary to bring them to perfection. And since developments are in great measure only aspects of the idea from which they proceed, and all of them are natural consequences of it, it is often a matter of accident in what order they are carried out in individual minds;[..]»[4].

El criterio de conveniencia se fundamenta en la lógica como estructura mental y universal del hombre. La verdad revelada al no contraponerse a esta estructura se va desarrollando y ordenando en el hombre por medio de su razonamiento en proposiciones y conclusiones que exhiben su unidad interna (sentido ilativo). Una verdad cristiana nos va dando luz suficiente para descubrir la siguiente. Esta luz conectora que posee una verdad es lo que Newman expresa como una tendencia, posibilidad o conveniencia. De ahí que a partir de una proposición se puede anticipar (inferir) en el futuro ciertas otras afirmaciones.

Newman expone que la Asunción es una conveniencia relacionada con el dogma de la Inmaculada concepción, pues justamente por la conexión que hay entre ambas, la primera tiende a esta otra. En la Inmaculada Concepción se nos enseña que la Virgen al serle otorgada la gracia de concebir en su seno a nuestro Salvador debe ser inmaculada, y así fue. Esta proposición nos conecta a la segunda, que, así como se le anticipo en la gracia, se le debía anticipar en la gloria. Este «debía ser» conveniente busca manifestar la relación y eficacia que hay entre esto hechos de fe.

Para nosotros es más claro entender el fundamento de la conveniencia teológica en este dogma del cual estamos hablando. En el tiempo de Newman se veía todavía como una probabilidad, o una conveniencia, que se terminó reafirmando hasta el año de 1950. Proclamar un dogma no es inventar una verdad, sino reconocer sin miedo al error algo que de alguna manera ya se alcanzaba a inferir gracias a la luz de la fe y de la razón. Gracias a la conexión que existía con las otras verdades de fe, particularmente con lo que refiere a la dignidad de María, nos descubría una luz que nos permitía inferir (sensus fidei) la alta probabilidad de ser elevada en cuerpo y alma. Cuando es proclamado por la Iglesia debido a la providencia de Dios, se confirma dogmáticamente que aquello que entró al hombre como una inferencia, ahora es confirmación de nuestra fe.

La Asunción en Newman

Una vez considerado de una manera muy general el aspecto de la estructura que Newman utiliza para exponer sobre el desarrollo de la doctrina, podremos profundizar el sentido ilativo que mantienen los dogmas marianos entre sí, concluyendo en la conveniencia del dogma de la Asunción.

«Es una verdad que recibimos en la creencia secular de la Iglesia. Pero considerada bajo la luz de la razón, se recomienda persuasivamente a nuestro ánimo, por la conveniencia de que la Virgen María consumase de esa manera su vida terrena. Sentimos que debía ser así; que era propio de Dios -su Señor y su Hijo- actuar de ese modo con una criatura tan singular en sí misma y en su relación con Él. Es algo que esta simplemente en armonía con la esencia y las líneas fundamentales de la doctrina sobre la Encarnación, de modo que sin ella la enseñanza católica exhibe un cierto carácter de incompleta, y podría decepcionar las expectativas de nuestra devoción»[5].

Newman va desarrollando su doctrina mariológica en consonancia con todas las verdades que se predican acerca de la Virgen María, desde su dignidad por ser concebida sin pecado hasta su maternidad. La figura de Nuestra Madre como la segunda Eva es muy importante para Newman pues nos muestra como aún ella que fue creada con una gracia sobreañadida y dones preternaturales fue cómplice del pecado. En cambio, la segunda Eva quien colaboraría para el restablecimiento de la gracia dada por Dios, debería tener una dignidad aún mayor desde el primer momento de su vida.

«Newman alude, naturalmente, a ella en sus escritos mariológicos y la contempla a la luz del papel de María como la segunda Eva, señalando que es una consecuencia lógica de los privilegios de la Inmaculada Concepción la maternidad divina. Por eso, en lo que él se fija de manera especial es en la «conveniencia» de este privilegio mariano: cree que es doctrina «sumamente probable», por cuanto está íntimamente relacionada con las demás verdades reveladas de manera más explícita»[6].

El sentido ilativo en los dogmas marianos es la dignidad del Santísima Virgen María, quien, aunque ella también es hija de Adán, habiendo heredado la culpa del pecado, se les son anticipados los méritos de la redención en su concepción siendo preservada de la mancha del pecado y recibiendo la gracia por parte de Dios.

«Nosotros consideramos que María murió en Adán como los demás; que fue incluida en la sentencia de Adán junto con todo el género humano; que contrajo la deuda de Adán como nosotros, pero que por amor a Aquel que debía de redimirla junto a nosotros en la Cruz, a ella se le remitió la deuda por anticipado, en ella no se cumplió la sentencia, excepto en lo que se refiere a su muerte natural, pues murió cuando llego su hora, como los demás»[7].

La muerte natural o como lo llamaban algunos padres de la iglesia, «la dormición», es parte de la realidad mariológica de la Asunción, que, aunque ella fue redimida antes que cualquier criatura, aun recibiendo la gracia desde la concepción (a diferencia de Juan el Bautista que recibió la gracia después de ser concebido, pero antes de nacer como lo afirma Newman) murió debido a su vivencia en la tierra, pero sin la corrupción de su cuerpo.

«Murió, hermanos míos, porque también murió nuestro Salvador. Murió y sufrió porque vivía en este mundo y estaba sujeto a un estado de cosas donde el sufrimiento y la muerte son regla general. María vivió bajo el dominio externo de ambos, e igual que obedeció al Cesar cuando viajo a Belén para empadronarse, así también cedió, cuando Dios quiso, a la tiranía de la muerte»[8].

La Asunción de la Virgen María, es la consecuencia de su dignidad otorgada en la inmaculada Concepción, por lo que no se entendería la una sin la otra. Utilizando la imagen de María como segunda Eva, lo que se perdió con la primera mujer, en María se restableció desde el primer momento de su existencia. Así como Eva en un acto de desobediencia coopero intrínsecamente con el primer Adán a la corrupción, así la segunda Eva coopero íntimamente con Nuestro Señor para la redención del género humano.

«Así como la gracia fue infundida en Adán desde el primer momento de su creación, de modo que nunca experimentó su pobreza natural hasta que el pecado le redujo a ella, también María recibió desde el principio la gracia en amplia medida, y no incurrió de hecho en la privación de Adán»[9].

La anticipación es una de las características de la dinámica de la revelación, y estrechamente vinculada al criterio de conveniencia, y que muestra la trascendencia temporal de la revelación. Para nosotros en ocasiones es difícil entender como ciertos hechos tiene un efecto en otros, pero como anteriormente se ha dicho, esta conexión esta prevista por la providencia de Dios. Ningún hecho natural, y con mayor razón uno sobrenatural esta fuera del actuar de Dios. María es anticipada en la redención y también en los sus frutos esta, es decir, Dios la resucita en cuerpo y alma de manera adelantada a la escatología esperada por la humanidad.

«Convenía indudablemente que aquella que había vivido una vida de santidad como la suya, fuera al cielo en vez de yacer en el sepulcro hasta la segunda venida de Cristo. Todas las obras de Dios son hechas en admirable armonía y el final de cada una se halla como anticipación en el principio»[10].

La realidad de la Asunción de nuestra madre es posible gracias a esta dinámica de la anticipación, pues ella es la criatura que se nos ha adelantado a nosotros en la vida de gracia y santidad, por lo tanto, no sería para menos que, así como Dios siempre tuvo una predilección por nuestra madre, no lo demostrara de igual manera llevándola consigo en cuerpo y alma.

Conclusión

El dogma de la Asunción fue proclamado en la constitución apostólica Munificentíssimus Deus de su Santidad Pío XII el 1 de noviembre de 1950. Donde dicha constitución aborda la doctrina desarrollada sobre esta verdad y su conveniencia, justo lo que hemos explicado a la luz de la doctrina newmaniana.

Este misterio de fe nos ayuda a profundizar mucho en el tema de la esperanza, siendo muy providente en nuestra época debido al jubileo que transcurre en este año. La esperanza cristiana, a diferencia de la del mundo, no implica esperar en algo totalmente incierto, causándonos confusión, desconfianza y miedo, al contrario, nuestra esperanza se funda de un hecho que, aunque no está realizado en nosotros, porque todavía es futuro respecto a nosotros, sin embargo, ya está realizada en Cristo y en la Virgen María, lo que a la vez lo hace un hecho presente.

Como nos dice San Pablo: «Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14). Por ello, la tradición de la Iglesia aun cuando no era una definición de fe, lo aseguraban en la Santísima Virgen María, pues ella es nuestra modelo de fe, es el arquetipo de la criatura que vive la gracia, por lo tanto, también lo será en la consumación de ella. Por ello Newman nos ilumina mucho con su realidad, demostrándonos como era un hombre de fe, viendo lo que solamente alguien de oración, amor a la verdad, virtud podría ver.

Fernando Moreno Berra

Zapopan, Jalisco.

[email protected]

Bibliografía

  • Newman. J, An Essay on the Development of Christian Doctrine, Notre Dame, U.S.A, 1989.
  • ________, Carta a Pusey, Encuentro, Madrid, 2022.
  • ________, Discursos sobre la fe, Rialp, Madrid, 1981.
  • ________, María-obras selectas, Monte Carmelo, España, 1999.

[1] J. H. Newman, Discursos sobre la fe, 331.

[2] J. H. Newman, Discursos sobre la fe, 332.

[3] J. H. Newman, An Essay on the Development of Christian Doctrine, 55.

[4] J. H. Newman, An Essay on the Development of Christian Doctrine, 195 – 196.

[5] J. H. Newman, Discursos sobre la fe, 349.

[6] J. H. Newman, María – Páginas selectas, 87

[7] J. H. Newman, Carta a Pusey, 77-78.

[8] J. H. Newman, Discursos sobre la fe, 361.

[9] Idem, 342

[10] Idem, 360.

0 335

León XIV ha aceptado la petición de los obispos de Inglaterra y Gales, junto con obispos de otros países, para nombrar a John Henry Newman, Doctor de la Iglesia. 

El encabezado de “Vatican News” del 1 de agosto de 2025 anunció: Conferirán el título de Doctor de la Iglesia a San John Henry Newman.  

La noticia se hizo pública en el boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede: “el 31 de julio de 2025, el Santo Padre León XIV recibió en audiencia a Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos”. Durante esta audiencia, el Papa “confirmó el parecer afirmativo de la Plenaria de los Cardenales y Obispos, Miembros del Dicasterio para las Causas de los Santos, sobre el título de Doctor de la Iglesia Universal que será conferido próximamente a San John Henry Newman, Cardenal de la Iglesia Romana, Fundador del Oratorio de San Felipe Neri en Inglaterra; nacido en Londres (Reino Unido) el 21 de febrero de 1801 y fallecido en Edgbaston (Reino Unido) el 11 de agosto de 1890”. 

A su muerte, Newman era bien conocido en muchos ambientes, por haber sido converso del anglicanismo al catolicismo, después de haber promovido el Movimiento de Oxford con la intención de revitalizar la Iglesia donde fue bautizado y hecho clérigo. A través de la lectura de los Santos Padres, se convenció de que sólo en la Iglesia Católica Apostólica Romana se había conservado íntegro el depósito de la fe. Fue recibido en ella el 9 de octubre de 1845, a los 44 años de edad. Poco después de su ordenación sacerdotal en Roma (1847), fundó en Birmingham el Oratorio de San Felipe Neri, primero en Inglaterra. Y más tarde, fue el primer Rector de la Universidad Católica de Irlanda, con el fin de elevar el nivel académico de los propios irlandeses. Con los años, y ante las incomprensiones, el Papa León XIII lo nombró Cardenal, entre sus primeras decisiones como Pontífice.  

A pesar de la fama de santidad con la que murió, hubieron de pasar muchos años entre el reconocimiento de sus virtudes heroicas, por parte de la Santa Sede, en 1991, Juan Pablo II que le confirió el título de Venerable, y la ocasión en que se realizara un milagro que pudiera ser registrado para la promoción de su beatificación. Quienes hemos dedicado tiempo a su estudio, nos preguntábamos por el motivo de esta realidad, sabiendo que se realizaban innumerables favores de tipo espiritual por medio de su intercesión, escritos y ejemplo. Son muchas las personas de buena voluntad que se han acercado a Dios y a la Iglesia Católica gracias al camino que abrió con su vida y obra, especialmente entre intelectuales de origen anglosajón. Fr. John Ford, en el marco de los encuentros anuales en Estados Unidos de estudiosos de Newman, comentó convencido de que “aún no era el momento para Inglaterra”, su amada patria, que sería para él la primera intención de facilitarles el camino hacia la verdad, su gran motivación de vida.  

La Providencia aportó varios elementos: la elección del Papa Benedicto XVI, gran admirador de Newman; las circunstancias en Gran Bretaña respecto a los católicos fue más favorable; Jack Sullivan, una persona mayor de Boston, Massachusetts, durante una crisis por una problema incurable de la columna vertebral, pidió su curación a John Henry Newman, quien experimentó lo que pedía de manera no explicable naturalmente. 

En 2010, Benedicto XVI fue invitado de manera oficial por parte de la Reina Isabel II de Gran Bretaña para visitar su país. En tal ocasión, se llevó a cabo la beatificación de Newman el 19 de septiembre, en Rednal, cerca del lugar donde Newman fue enterrado, en una propiedad de los Padres del Oratorio de San Felipe Neri. 

Durante los preparativos para la beatificación, los obispos de Inglaterra y Gales temían la reacción de los anglicanos y en general de los no católicos. En ese contexto, nació una iniciativa de comunicación llamada “Catholic Voices” con la intención de preparar a católicos comunes, para ser entrevistados sobre la relevancia de esa primera visita oficial de un Papa a Gran Bretaña. 

Muy pronto se dio otro milagro constatable que dieron oportunidad a promover la canonización. Igualmente, se dio en Estados Unidos. Es importante hacer ver que en Inglaterra, quizá por influencia anglicana, los católicos no suelen acudir a los santos para pedir su intercesión antes sus necesidades, sino que suelen acudir directamente a Dios, motivo por el que quizá, los fieles que acudieron a Newman ante sus necesidades, fueron personas de otro país. Fue el Papa Francisco quien canonizó en Roma a Newman el 13 de octubre de 2019. 

El tema de que a Newman pudiera ser Doctor de la Iglesia Universal, era coincidente en las reuniones sobre Newman desde hace muchos años. Pero eso requería que fuera estudiado, aceptado y solicitado por las autoridades de la propia Iglesia. 

Antes de abordar los méritos de Newman para este nuevo nombramiento, conviene preguntarnos sobre la figura de un Doctor de la Iglesia Universal. Tomando la comparación con los Padres de la Iglesia, que fueron figuras clave en los primeros siglos del cristianismo, sentando las bases de la doctrina y la teología, son principalmente autores de los primeros siglos del cristianismo, hasta la caída de Roma en Occidente y el siglo VIII en Oriente. Algunos ejemplos son San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo, San Gregorio Magno (occidentales) y San Atanasio, San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo (orientales).  

Mientras que «Doctor de la Iglesia» es un título específico otorgado por la Iglesia Católica a ciertos santos reconocidos por su excepcional contribución a la teología y doctrina. Son santos de diferentes épocas, reconocidos por su sabiduría y enseñanza ejemplares, por sus aportaciones a la teología y a la doctrina católica. Es un título específico otorgado por el Papa o un concilio ecuménico.  Su función es que son Maestros de la fe, con una autoridad doctrinal reconocida por toda la Iglesia.  

Algunos Padres de la Iglesia también han sido declarados Doctores de la Iglesia, como San Agustín y San Ambrosio. El título de Doctor implica un reconocimiento más formal y específico de la Iglesia, basado en la santidad de vida y la profundidad de sus enseñanzas. 

La lista completa de doctores se acrecentó hasta la actualidad, en la que cuenta con treinta y siete nombres: 

1720 Clemente XI incorporó a San Anselmo de Canterbury

1722 Inocencio XIII, a San Isidoro de Sevilla

1729 Benedicto XIII, a San Pedro Crisólogo

1754 Benedicto XIV, a San León I Magno

1828 León XII, a San Pedro Damián

1830 Pío VIII, a San Bernardo de Claraval

Pío IX incluyó a San Hilario de Poitiers (1851), a San Alfonso María de Ligorio (1871), y a San Francisco de Sales (1877); 

León XIII añadiría en 1882 a Cirilo de Alejandría, en 1883 a San Cirilo de Jerusalén y a San Juan Damasceno, y en 1899 a San Beda el Venerable

Benedicto XV proclamaría a San Efrén de Siria en 1920; 

Pío XI, a San Pedro Canisio (1925), a San Juan de la Cruz (1926), a San Roberto Belarmino y a San Alberto Magno (ambos en 1931); 

Pío XII, a San Antonio de Padua (1946); 

Juan XXIII, a San Lorenzo de Brindisi (1959); 

Pablo VI sumaría, en 1970, a las primeras mujeres: Santa Teresa de Jesús y Santa Catalina de Siena

Juan Pablo II añadiría a Santa Teresa de Lisieux en 1997 durante la Jornada Mundial de las Misiones de ese mismo año. 

Benedicto XVI añade, en octubre de 2012, a San Juan de Ávila, patrón del clero español, y a Santa Hildegarda de Bingen, con ocasión de la misa de apertura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

Francisco incorporó a San Gregorio de Narek, el 12 de abril de 2015,[1]​ y a San Ireneo de Lyon, en enero de 2022. 

No se ha definido la fecha aún, sin embargo, León XIV ha aceptado en 2025 incluir a John Henry Newman en esta lista. 

¿A qué enseñanzas de Newman se han considerado para nombrarlo Doctor de la Iglesia Universal? 

En el año 2007 Family Publications, Oxford, publicó el libro John Henry Newman. Doctor of the Church, editado por Philippe Lefebvre y Colin Mason. El libro contiene 16 artículos relacionados con el título. A modo de Prólogo, se refiere a Newman como un guía teológico y espiritual. En una primera parte, tres artículos analizan las aportaciones de Newman en la conciliación entre fe y razón. La segunda parte, seis de ellos estudian los distintos aspectos en los que Newman profundizó sobre la naturaleza de la verdadera Iglesia de Cristo. La tercera parte, con otros dos artículos, destacan las aportaciones de Newman sobre la conciencia moral. Por último, otros cuatro artículos resaltan la novedad de la propuesta de Newman respecto al desarrollo del conocimiento del dogma cristiano.  

Cabe destacar que Newman ha sido considerado el “Padre ausente del Concilio Vaticano II”. Sin embargo, estuvo presente a través de jóvenes teólogos que le conocían. Se pueden destacar temas como el fundamental papel que juegan los laicos en la vida de la Iglesia, o el sentido y apertura al ecumenismo bien entendido. 

Por otro lado, Newman fue citado en el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por Juan Pablo II, al hablar de la conciencia. En ese momento, era el único autor no canonizado que se cita en este fundamental documento.  

En estos momentos de la vida de la Iglesia, las aportaciones de Newman son muy actuales, tanto en la educación universitaria, como en temas teológicos y el Papa León XIV, junto con aquellos obispos que conocen y valoran su figura, esperan que Newman siga iluminando muchos caminos para que todos ellos lleven las mentes y los corazones a comprender la realidad y a vivir más cristianamente. 

Rosario Athié 

Ajijic, Jal., 6 de agosto 2025 

0 1402

Cardenal San John Henry Newman (1801–90) 

John Henry Newman nació el 21 de febrero de 1801, en Londres, y fue bautizado en la Iglesia de Inglaterra. Asistió a la Gran Escuela de Ealing, donde en el otoño de 1816 experimentó una profunda conversión a la Fe. En 1817 ingresó al Trinity College, Oxford. Fue en Oxford, «guiado por la mano de Dios», que como miembro del Oriel College, Vicario de la Iglesia Universitaria de St Mary’s, y un miembro destacado del Movimiento de Oxford, se dio cuenta de la importancia de una religión revelada, enseñada por Cristo mismo y preservada y transmitida a través de la Iglesia. 

Su predicación y estilo de vida tuvieron un profundo efecto en la Iglesia de Inglaterra. A través de su estudio de los escritos de los primeros Padres de la Iglesia, llegó a creer que la Iglesia Romana Católica era el «Único Rebaño de Cristo». Fue recibido en la Iglesia el 9 de octubre de 1845 por el P. Dominic Barberi en Littlemore, Oxford. 

Newman sufrió mucha oposición y malentendidos en la Iglesia Católica, pero fue finalmente reivindicado cuando fue nombrado cardenal por el Papa León XIII en 1879. Su gran interés siempre fue llevar a las personas a la plenitud de la fe en Cristo y sostenerlas en ella. Llevó la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri a Inglaterra en 1848. Su primera parroquia fue en Alcester Street, Birmingham, y se trasladó a Edgbaston en 1852. 

Newman fue el rector fundador de la Universidad Católica en Irlanda (1854-58) y en 1859 estableció la Escuela del Oratorio. Escribió incontables cartas y libros. Sus escritos teológicos, especialmente sobre el desarrollo de la doctrina y sobre la conciencia, han tenido una amplia influencia. 

Falleció en Birmingham el 11 de agosto de 1890 y fue enterrado en el cementerio del Oratorio en Rednal, Birmingham. Newman fue beatificado por el Papa Benedicto XVI el 19 de septiembre de 2010 en Birmingham y canonizado por el Papa Francisco el 13 de octubre de 2019 en Roma.

Introducción a la Novena 

A continuación, se presentan meditaciones para los nueve días, extraídas de los escritos de San John Henry Newman, para ayudarle a realizar una novena de oración por su intercesión.

Durante los nueve días, se sugiere leer y reflexionar sobre el extracto del día, rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria, y concluir con la Oración de la Novena.

San John Henry Newman 1874. Boceto original de Lady Coleridge

PRIMER DÍA 

EL MUNDO DE LA FE, EL CRISTIANISMO ES CRISTO

Esto es ser uno de los pequeños de Cristo… Ser poseídos por su presencia como nuestra vida, nuestra fuerza, nuestro mérito, nuestra esperanza, nuestra corona; convertirnos de manera maravillosa en sus miembros, los instrumentos, o forma visible, o signo sacramental, del Único Invisible Siempre Presente Hijo de Dios, reiterando místicamente en cada uno de nosotros todos los actos de su vida terrenal: su nacimiento, consagración, ayuno, tentación, conflictos, victorias, sufrimientos, agonía, pasión, muerte, resurrección y ascensión; siendo Él todo en todos, nosotros, con tan poco poder en nosotros mismos, tan poca excelencia o mérito, como el agua en el Bautismo, o el pan y el vino en la Sagrada Comunión;

pero fuertes en el Señor y en el poder de su fuerza. 

ORACIONES

Padrenuestro, Avemaría, Gloria y la Oración de la Novena.

SEGUNDO DÍA

DIOS INCOMPRENSIBLE MANIFESTADO EN CRISTO

Cuando confesamos a Dios solo como Omnipotente, solo lo conocemos a medias: Su omnipotencia es capaz de envolverse en la debilidad y de hacerse prisionera de sus propias criaturas. Tiene, si se me permite decirlo, el incomprensible poder de incluso debilitarse. Debemos conocerlo por sus nombres, Emmanuel y Jesús, para conocerlo perfectamente.

ORACIONES

Padrenuestro, Avemaría, Gloria y la Oración de la Novena.

TERCER DÍA

DIOS, NUESTRO ÚNICO GUÍA

Creo, oh Salvador mío, que sabes exactamente lo que es mejor para mí. Creo que me amas más que yo mismo, que eres omnisciente en tu Providencia y omnipotente en tu protección. Soy tan ignorante como Pedro sobre lo que me sucederá en el futuro; pero me resigno por completo a mi ignorancia y te agradezco de todo corazón que me hayas sacado de mi propio cuidado y, en lugar de imponer una carga tan grave, me hayas pedido ponerme en tus manos. No puedo pedir nada mejor que esto: ser tu cuidado, no el mío.

ORACIONES

Padrenuestro, Avemaría, Gloria y la Oración de la Novena.

CUARTO DÍA

EL CRISTIANO: UN HOMBRE ENAMORADO DE DIOS, ANHELANDO POR ÉL

No solo debemos tener fe en Él, sino esperar en Él; no solo debemos esperar, sino velar por Él; no solo amarlo, sino anhelarlo; no solo obedecerlo, sino mirar con anhelo nuestra recompensa, que es Él mismo.

ORACIONES

Padre Nuestro, Ave María, Gloria y la Oración de la Novena.

QUINTO DÍA

SOLO DIOS

Tener un alma virgen es no amar nada en la tierra en comparación con Dios, o excepto por Él. Es virginal aquella alma que siempre busca a su Amado en el cielo, y que lo ve en todo lo que es hermoso en la tierra, amando profundamente a sus amigos terrenales, pero en su lugar apropiado, como sus dones y sus representantes, pero amando solo a Jesús con afecto soberano, y soportando perderlo todo para poder conservarlo.

ORACIONES

Padrenuestro, Avemaría, Gloria y la Oración de la Novena.

SEXTO DÍA

EL CRISTIANO: ACTIVO Y CONTEMPLATIVO

Mientras estemos en la tierra y cumplamos nuestros deberes en este mundo, no olvidemos nunca que, si bien nuestro amor debe ser silencioso, nuestra fe debe ser vigorosa y viva. No olvidemos nunca que, en la medida en que nuestro amor esté arraigado y cimentado en el otro mundo, nuestra fe debe brotar como un árbol fructífero en este. 

Cuanto más serenos sean nuestros corazones, más activas serán nuestras vidas; cuanto más tranquilos seamos, más ocupados; cuanto más resignados, más celosos; cuanto más serenos, más fervientes.

ORACIONES

Padre Nuestro, Ave María, Gloria y la Oración de la Novena.

SÉPTIMO DÍA

EN CRISTO, EL MUNDO DESTRUIDO SE RECONCILIA Y SE RENOVA

Cristo vino… para reunir en uno todos los elementos de bien dispersos por el mundo, para hacerlos suyos, para iluminarlos consigo mismo, para reformarlos y remodelarlos en Él. Vino para crear un nuevo y mejor comienzo de todas las cosas que Adán, y para ser una fuente de la que manara todo bien en adelante.

ORACIONES

Padrenuestro, Avemaría, Gloria y la Oración de la Novena.

OCTAVO DÍA

LA RESPUESTA CRISTIANA: OBEDIENCIA CIEGA A UN DIOS SABIO Y MISERICORDIOSO

Era una lección constante para los israelitas que nunca debían presumir de actuar por sí mismos, sino esperar a que Dios obrara por ellos, contemplarlo con reverencia y luego seguir su guía. Dios era su Rey Sabio: era su deber no tener voluntad propia, distinta de la Suya, no formular ningún plan propio, no intentar ninguna obra propia. «Estad quietos, y sabed que yo soy Dios». No os mováis, no habléis; mirad la columna de nube, observad cómo se mueve, y luego seguidla. Tal fue el mandato.

ORACIONES

Padrenuestro, Avemaría, Gloria y la Oración de la Novena.

NOVENO DÍA

EL PODER DE LA ORACIÓN DE SU MADRE

Por eso la Santísima Virgen es llamada Poderosa, o incluso, a veces, Omnipotente, porque posee, más que nadie, más que todos los Ángeles y Santos, este gran y preclaro don de la oración. Nadie tiene acceso al Todopoderoso como su Madre; nadie tiene méritos como los suyos. Su Hijo no le negará nada de lo que pida; y en esto reside su poder. Mientras ella defienda a la Iglesia, ni la altura ni la profundidad, ni los hombres ni los malos espíritus, ni los grandes monarcas, ni la astucia humana, ni la violencia popular podrán hacernos daño; porque la vida humana es corta, pero María reina en lo alto, Reina por los siglos.

ORACIONES

Padrenuestro, Avemaría, Gloria y la Oración de la Novena.

GUÍAME, LUZ AMABLE

Guíame, Luz Amable, en medio de la penumbra circundante.

¡Guíame!

La noche es oscura y estoy lejos de casa.

¡Guíame!

Guarda mis pasos; no pido ver la escena distante; un paso me basta.

Nunca fui así, ni te rogué que me guiaras.

Me encantaba elegir y ver mi camino, pero ahora,

¡Guíame!

Amaba el día estridente y, a pesar de los temores, el orgullo dominaba mi voluntad: no recuerdes los años pasados.

Tu poder me ha bendecido durante tanto tiempo, que seguro que aún me guiará,

por páramos y ciénagas, por riscos y torrentes, hasta que la noche se haya ido;

y con la mañana sonrían esos rostros angelicales que he amado hace mucho tiempo y perdido por un tiempo.

DIOS ME HA CREADO

Dios me ha creado para prestarle un servicio específico; me ha encomendado una obra que no le ha encomendado a nadie. Tengo mi misión; quizá nunca la conozca en esta vida, pero me la dirán en la venidera. De alguna manera, soy necesario para sus propósitos, tan necesario en mi lugar como un arcángel en el suyo… Sin embargo, tengo una parte en esta gran obra; soy un eslabón de una cadena, un vínculo entre personas. Él no me ha creado en vano. Haré el bien, haré su obra; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en mi propio lugar, sin proponérmelo, si guardo sus mandamientos y le sirvo en mi vocación.

ORACIÓN DE LA NOVENA

Dios Padre, Tú concediste a tu siervo San John Henry Newman maravillosos dones de naturaleza y gracia, para que fuera una luz espiritual en la oscuridad de este mundo, un elocuente heraldo del Evangelio y un devoto servidor de la Iglesia.

Con confianza en su intercesión celestial, hacemos la siguiente petición: [haga su petición aquí].

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Fuente:

Newman-Novena.pdf

Centro Internacional de Amigos de Newman

www.newmanfriendsinternational.org

0 832

Papa León XIII

En Rerum Novarum, la primera encíclica social de la Iglesia Católica publicada el 15 de mayo de 1891, León XIII abordó esta cuestión en el contexto de la primera Revolución Industrial.

Llama la atención que uno de sus primeros nombramientos cardenalicios (1879) fuera para el Pbro. Dr. John Henry Newman (1801-1890), como cardenal diácono.

Este nombramiento fue una confirmación de la validez de su pensamiento y un reconocimiento a sus servicios a la Iglesia Católica, su concepción de la propia Iglesia, a la importancia de los laicos en su misión evangelizadora, el ecumenismo, así como la centralidad de la persona en todo el ámbito social y eclesial.

Newman nunca fue obispo, fue un nombramiento prácticamente honorario, ni se trasladó a vivir a Roma pues ya tenía 78 años de edad cuando fue nombrado cardenal.

Después de la muerte del Papa Pío IX en 1878, comenzó el papado del Papa León XIII. El papa León admiraba la feroz ortodoxia religiosa de Newman y lo nombró cardenal en 1879.
La noticia de que iba a ser cardenal fue una reivindicación concluyente de su ortodoxia y lealtad a la Iglesia Católica. Él mismo declaró: «La nube se ha levantado para siempre».


John Henry Newman

Después de recibir su capelo cardenalicio en Roma, Newman describió cómo, «durante treinta, cuarenta, cincuenta años he resistido lo mejor que he podido al espíritu del liberalismo en la religión. Nunca la Santa Iglesia necesitó más de campeones contra ella que ahora». El papa León estaba tan encariñado con Newman y su deseo de permanecer fiel a la fe que se refirió a él como ‘Il mio cardinale’, que significa ‘mi cardenal’.


Newman eligió como lema cardenalicio las palabras ‘Cor ad cor loquitur’, en español, ‘el corazón habla al corazón’. Cuando fue nombrado cardenal, Newman pidió específicamente no ser consagrado como obispo (ya que los cardenales suelen provenir de las filas de los obispos), y pidió que se le permitiera permanecer en Birmingham.

Ambas peticiones fueron concedidas y continuó viviendo como cardenal, todavía escribiendo, en el Oratorio de Birmingham.

La elevación de Newman al cardenalato fue ampliamente elogiada por sus compatriotas. Como le escribió un amigo anglicano: «Me pregunto si sabes cuánto te ama Inglaterra… por todos los religiosos de Inglaterra. Y hasta los enemigos de la fe se ablandan por sus sentimientos hacia ti. Y me pregunto si este amor extraordinario e inigualable no podría ser… utilizados, como un solo medio para reunir en un solo redil a todos los ingleses que creen».

Fuente: https://www.newmancanonisation.com/1879-1880

Texto completo de la encíclica Rerum Novarum: https://www.vatican.va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum.html

Resumen de la encíclica Rerum Novarum: https://es.catholic.net/op/articulos/24323/cat/577/rerum-novarum.html