Autores Entradas porEdición

Edición

123 Entradas 0 Comentarios

0 1551

Se anuncia la construcción de un nuevo edificio dedicado al estudio de la vida y obras de John Henry Newman en Birmingham, junto al Oratorio de San Felipe Neri que él mismo fundó a mediados del siglo XIX.

El mes pasado, el P. Ignatius Harrison, quien actualmente hace cabeza (como Provost) en el Oratorio de San Felipe Neri en Birmingham, Inglaterra, anunció que él y los demás padres de la comunidad han decidido promover un nuevo proyecto en vistas a la posible canonización de Newman.

El proyecto consiste en construir unas instalaciones junto a la iglesia del Oratorio con el fin de poner a disposición de las numerosas personas interesadas en el estudio de Newman, una extensa colección de materiales, libros, revistas y otros documentos y manuscritos necesarios para la investigación, que actualmente se encuentran en distintos puntos de la casa de los Padres del Oratorio.

El proyecto tiene por objeto poner de manera accesible este material en un espacio adecuado para la investigación, pues se dan cuenta que las obras de Newman son un patrimonio público y se deben tratar de manera que se conserven para el futuro.

El nuevo Newman Center incluirá la colección de libros que ellos resguardan actualmente con libros de Newman y sobre Newman, más unas 300 caja del archivo de sus manuscritos. Además, se está preparando un museo para exponer sus ornamentos y otros artículos personales. Ahí se atenderá a los visitantes, tanto los que vengan a estudiar, como quienes deseen acercarse a la figura de Newman, tomar un café o hacer alguna compra de artículos relacionados con Newman.

Desde luego que los Padres del Oratorio consideran que las personas que admiran a Newman ayudarán a la construcción de este proyecto que se calcula costará tres millones de libras esterlinas. El proyecto tiene la misión de ofrecer el invaluable legado de Newman.

http://www.birminghamoratory.org.uk/bl-john- henry-newma/a- building-project- the-newman-centre/

0 3147

The National Institute for Newman Studies (NINS) acoge a los miembros del Círculo Newman.

The National Institute for Newman Studies es la coronación de un gran esfuerzo por ofrecer las mejores condiciones para los estudiosos de Newman. Su actual Director, Kenneth L. Parker, Ph D http://www.newmanstudies.org/about/staff-directory/ ), explica los tres objetivos del Instituto: en primer lugar, atender a los scholars que vienen a trabajar una temporada en sus instalaciones; en segundo, cuidar y proveer el acervo de libros dedicados a Newman y a cualquier tema que directa o indirectamente pudiera relacionarse con su vida, pensamiento e influencia, lo cual puede resultar muy basto, pues Newman estuvo vinculado con los acontecimientos y personas importantes de su tiempo, fueran de la política, la educación, el arte, la religión y hasta los asuntos más cotidianos. El tercer objetivo es la conservación y respaldo electrónico del archivo de Birmingham, Gran Bretaña, que custodian los padres del Oratorio de San Felipe Neri. Este Oratorio fue fundado por Newman, ahí vivió, murió y fue enterrado en sus cercanías; ahí se conservan sus libros y documentos por lo que es la primera referencia para el estudio de Newman. El trabajo de respaldo electrónico sobre ese archivo está aún en proceso.

En esta página dedicada a las personas de habla castellana interesados en Newman queremos ofrecer la experiencia del padre Pedro Benítez durante su estancia en Galliot Center, la biblioteca del Instituto, a quien presentan como uno de sus scholars visitantes en el 2013:

Fr. Pedro A. Benitez | Residence: 8/12/2013 – 8/30/2013

Pedro A. Benítez, born in Mexico City, is BA in Theology (University of Navarre, Spain). He ordained catholic priest in 1998. He obtained a Masters degree in Philosophy at the jesuit Universidad Iberoamericana (Mexico) with a theses on french philosopher Maurice Nédoncelle (La Filosofía del Amor en Maurice Nédoncelle). In 2008, he obtained a Doctorate in Theology at the Pontificia Università della Santa Croce (Rome) with a dissertation on Jean Mouroux (La Teología del Tiempo según Jean Mouroux). While at the NINS he will be studying Nédoncelle’s reading on Newman primarily focusing on conscience and believe.

After been parish priest and teacher at the Diocesan Seminary of Tlalnepantla (Mex.). He is currently Associate professor in Dogmatic Theology at the Universidad Pontificia de México. (http://www.newmanstudies.org/scholarship/scholars/ ).

El Padre Benítez nos ofrece sus impresiones durante su estancia en Pittsburg como scholar del NINS:

La estancia en el NINS es de lo más grato. Al respecto puedo señalar dos cosas: la primera es la hospitalidad. Realmente se esmeran por hacerte sentir en tu casa. Las instalaciones son óptimas, todo está en muy buenas condiciones y los directivos se esmeran por hacerte sentir bien. Desde el hecho de darte la llave de la casa para poder entrar y salir a voluntad, hasta las invitaciones a participar en actividades lúdicas. Por mi parte fue esencial poder entrar en contacto con los padres del Oratorio y celebrar con ellos. Lo segundo, que es vital, es el acervo académico.

Pareciera que todo Newman está ahí, y de lo que no disponen te lo buscan hasta encontrarlo. Por mi parte fue una agradable sorpresa hallar suficiente material de estudio en torno a la recepción francesa de Newman, pues mi investigación se centraba en Maurice Nédoncelle. Por lo demás no me queda sino encomiar la existencia de este Instituto al que espero regresar pronto.

0 1487

A partir de la Ilustración, la ciencia y la fe –otrora caminos comunes para alcanzar conocimiento– se han visto divorciadas y constituidas como realidades divergentes que se oponen cada vez más. El positivismo, sobre todo a partir de la filosofía de Auguste Comte, ha buscado métodos propios que antes eran prerrogativas de la propia creencia religiosa, erigiéndose de hecho, como modo de acceso a la realidad, más aún, como el único modo posible. Es en esta perspectiva donde el pensamiento de John Henry Newman contribuye a esclarecer el lugar propio de la ciencia positiva respecto de la fe religiosa. El pensador oxoniense presenta una perspectiva simpática entre la creencia religiosa y la ciencia positiva, otorgándole cierta plausibilidad al hecho de reconocer ambos tipos de conocimiento como realidades distintas pero no distantes.

El texto que aquí se presenta busca equilibrar esta progresiva escisión, para darle la justa medida a ambos caminos –el de la ciencia y la fe– como medios válidos de alcanzar conocimiento. Con ello se pretende evidenciar que en materia de fe religiosa estamos en un modo distinto de conocer, pero no por ello, hablamos de un camino menos válido, ni de segundo orden. El contexto de esta problemática sugiere analizar la obra del cardenal inglés, particularmente su trabajo titulado An Essay in Aid of a Grammar of Assent del año 1870, para reconocer allí los postulados que validen lo que aquí, de modo sucinto, hemos señalado.

0 0
Autor: Francisco Galán Vélez,
Autor: Francisco Galán Vélez,
Autor: Francisco Galán Vélez.

La tarea de hacer metafísica para la cosmópolis

El libro de Francisco Galán, titulado Una metafísica para tiempos posmetafísicos. La propuesta de Bernard Lonergan de una metametodología, es un excelente trabajo monográfico sobre la filosofía de Lonergan, que ha colocado al autor, de manera definitiva, como referencia obligada entre los estudiosos de este genial jesuita canadiense, nacido en 1904 y muerto en 1984. El libro es más que un mera monografía sobre la filosofía de un ilustre pensador porque, en él, su autor ejerce de filósofo al elaborar una crítica a la filosofía moderna, marcando a la vez su lejanía y su cercanía con Kant, con Nietzsche, con Wittgenstein, con Heidegger, con Habermas y, para ser fiel a la pedagogía del maestro, con el propio Lonergan. Las dos afirmaciones anteriores precisan una mayor justificación. Así que empecemos por la primera. ¿Por qué este estudio sobre Lonergan puede ser catalogado como un trabajo monográfico? Porque traza un arco amplio sobre tres de los grandes hitos editoriales del pensamiento de Lonergan en relación a la filosofía primera. Si bien es verdad que quedan fuera de la exposición temas como el de la educación, la economía y, en algún sentido, también el de la teología, su exclusión está plenamente justificada por las exigencias metodológicas que le vienen impuestas a una investigación sobre lo que es primero en el orden del ser, del conocer y de los primeros principios, recordando la metafísica de Aristóteles….

Continúa leyendo la reseña 

0 2222

Newman se convirtió del anglicanismo al catolicismo en 1845, después de un largo proceso de estudio de los Padres de la Iglesia y una profunda reflexión. Este hecho causó un duro golpe para sus contemporáneos.

Después de un ataque público en 1864 decidió mostrar los hechos y circunstancias de este proceso y cambió de convicciones. Por este motivo, la Apologia pro Vita Sua es una lectura obligada para quien desee conocerlo.

Descubre su reseña y adquiérelo aquí.

0 1548

2d0c293c-bfbc-4472-adec-f777b47efe4eCiencia positiva y fe religiosa: caminos hacia el conocimiento. Un diálogo con John Henry Newman

A partir de la Ilustración, la ciencia y la fe –otrora caminos comunes para alcanzar conocimiento– se han visto divorciadas y constituidas como realidades divergentes que se oponen cada vez más. El positivismo, sobre todo a partir de la filosofía de Auguste Comte, ha buscado métodos propios que antes eran prerrogativas de la propia creencia religiosa, erigiéndose de hecho, como modo de acceso a la realidad, más aún, como el único modo posible. Es en esta perspectiva donde el pensamiento de John Henry Newman contribuye a esclarecer el lugar propio de la ciencia positiva respecto de la fe religiosa. El pensador oxoniense presenta una perspectiva simpática entre la creencia religiosa y la ciencia positiva, otorgándole cierta plausibilidad al hecho de reconocer ambos tipos de conocimiento como realidades distintas pero no distantes.

El texto que aquí se presenta busca equilibrar esta progresiva escisión, para darle la justa medida a ambos caminos –el de la ciencia y la fe– como medios válidos de alcanzar conocimiento. Con ello se pretende evidenciar que en materia de fe religiosa estamos en un modo distinto de conocer, pero no por ello, hablamos de un camino menos válido, ni de segundo orden. El contexto de esta problemática sugiere analizar la obra del cardenal inglés, particularmente su trabajo titulado An Essay in Aid of a Grammar of Assent del año 1870, para reconocer allí los postulados que validen lo que aquí, de modo sucinto, hemos señalado.ISBN: 978-9968-41-270-4. 188 págs. 21 x 14 cm. ¢7.000 (US$ 14.00).

 

0 2965

Maurice Nédon90607celle publicó en 1946 su tesis en teología que defendió en la Universidad de Estrasburgo bajo el título “La philosophie religieuse de John Henry Newman”. Ese mismo texto, con ligeros cambios, había aparecido el año anterior a modo de introducción a la obras filosóficas de Newman publicadas por la editorial Aubier de Paris. Dicho texto era una selección de obras de Newman traducidas por Salomon Jankélévitch, padre del más adelante conocido Vladimir. En todo caso, ambas publicaciones, prácticamente idénticas, son citadas frecuentemente en cualquiera de sus versiones por los estudiosos de Newman. De hecho, como ya he mencionado en otro lado,[1] se puede decir que el estudioso contemporáneo de Newman se encontrará tarde o temprano con referencias a la obra de Nédoncelle.

Así que resulta interesante publicar aquí al menos una parte de la mencionada tesis. La introducción, que es lo que aparecerá enseguida, es una semblanza biográfica de Newman que Nédoncelle escribió con la intención de mostrar los rasgos sobresalientes del espíritu de Newman. No se trata pues de una biografía en sentido estricto, sino de algunos episodios de la vida del Cardenal que ilustren de la mejor manera los puntos más llamativos del genio de Newman.

El interés que tiene este relato se deduce de la lectura misma. Con todo pienso que es valioso hacer notar que de esta forma Maurice Nédoncelle sacaba a la luz las raíces espirituales que estuvieron detrás de la redacción de las obras más importantes de Newman. Es, en otras palabras, una pequeña pero sugerente semblanza que trata de explicar las razones espirituales, de genio y de temperamento, que motivaron a Newman a escribir lo que escribió y en el modo que lo escribió.

El texto que sigue es, pues, una parte de la “Introducción” de la tesis de Nédoncelle que lleva por título “Vie de Newman”, tal como aparece en la edición de 1946 de la editorial Sostralib de Estrasburgo y abarca las páginas 7 a 19. El resto de la “Introducción” la conforma un segundo apartado que lleva por título “Sources et caractère de la pensée newmanienne” (páginas 20 a 27). Aquí, sin embargo me limito a presentar la traducción del primer apartado que se refiere a la vida del Cardenal. En seguida el lector encontrará los primeros párrafos de dicho apartado, mientras que en posts sucesivos irán apareciendo los demás.

Pedro A. Benítez

La vida de Newman por Maurice Nédoncelle

I.

El mismo Newman escribió su vida en la Apología. No se trata de una biografía completa, pero esa narración ofrece la explicación de su conversión al catolicismo y aclara el conjunto de su obra. En esa misma perspectiva me gustaría colocarme para presentar los trazos principales de su itinerario espiritual.

Nacido en 1801 John Henry Newman fue criado en una familia burguesa liberal, dentro de la cual su naturaleza reflexiva y artística pudo desarrollarse armónicamente. Su sensibilidad precoz para lo bello, este rasgo de su espíritu pensativo, nos lo encontramos atestiguado en sus confidencias. “Me acuerdo estando en mi cuna —escribirá— de mis impresiones a la llegada de la primavera. Me desperté a causa de las fragancias que venían de fuera y de los ruidos y de la vista del campo, y sobre todo por el alegre zumbido de la hoz al cortar el pasto —que Milton había ya observado antes que yo… Me acuerdo cómo bajé la escalera sin prisas, pues fui poniendo ambos pies en cada escalón, y me dije: ‘¡esto es junio!’. Pero cuál era mi particular experiencia de junio y cómo es que era tan amplia como para ser materia de reflexión, realmente no lo sé”. (Carta a Helen Church del 19 de abril de 1876).[2]

A pesar de la cultura de Newman padre y a pesar del amor a la música que transmitió a sus hijos, el ambiente en casa era severo. Fueron educados en el culto a la Biblia y su anglicanismo sin ser calvinista, fue indudablemente de corte puritano. Esta educación, junto a la honestidad natural de su carácter, pueden quizás explicar que John Henry haya sido llevado, al inicio de su adolescencia, hacia un cierto tipo de racionalismo moral, donde el culto a la virtud corría el riesgo de sofocar la fe dogmática. De hecho leía mucho. Leyó por ejemplo a Thomas Paine, ese deísta jacobino que demolía vigorosamente las creencias cristianas en su libro titulado provocativamente La era de la razón. Sin sospecharlo siquiera Newman estaba en camino de convertirse en un pequeño kantiano: su religión se encerraba en los límites de la moralidad. Aunque también es cierto que Newman se rebajaba en las prácticas de un culto obscuro a los presagios y en un miedo supersticioso. De hecho se persignaba, tal como él mismo dice, al salir a la noche. Se trata de otro rasgo notable de su temperamento.

En suma, el centro de su conciencia era racionalista; pero en los alrededores subsistían las tendencias imaginativas que lo empujaban hacia sueños idealistas: se preguntaba si el mundo material no sería ilusorio y si los hombres no eran sino ángeles disfrazados. En breve, un sentimiento filosófico acerca de la fachada terrestre y una inquietud mágica ante lo desconocido: he aquí pues los contrapesos de su sequedad intelectual y moralizante que dominaba su espíritu.

II.

Dos eventos favorecieron la crisis interior que padeció mientras tanto. La primera fue la ruina de su padre, que era banquero, y cuya fortuna se perdió a consecuencia de Waterloo en 1815. La segunda fue la influencia de uno de sus profesores, el rev. W. Mayers, quien le puso entre las manos textos de piedad calvinista. Este eclesiástico pertenecía al grupo evangélico que quería renovar desde dentro la fe entibiada de los anglicanos, y por lo mismo había decidido no abandonar el anglicanismo establecido como lo habían hecho los metodistas.

Esta fue la primera conversión de Newman y él mismo le atribuyó siempre una importancia excepcional: “Uno difícilmente puede, a mi modo de ver, entender realmente o imaginar que antes y después del mes de agosto de 1816, el joven mancebo que yo era haya permanecido siendo la misma persona. Cuando tras setenta años recuerdo aquel pasado, es como si viera a otra persona” (Letters and correspondance of J. H. Newman, ed. A. Mozley, London 1903, vol. I, p. 19). Newman estuvo siempre atento a las mutaciones del alma, especialmente la suya. La identidad personal era para él un enigma. La historicidad de la existencia, el hecho de irnos haciendo en el tiempo y que una modalidad de nuestro ser brote de otra modalidad como la mariposa del capullo, he aquí algo que lo obliga a vincular el problema de la verdad al de la personalidad y el problema de la personalidad al del tiempo. Tal tema será, a grandes rasgos, uno de los más constantes en sus investigaciones especulativas: lo eterno no puede ser percibido en la creación sino a través de un crecimiento pedagógico y de un desarrollo. Su experiencia del alma lo libró de un racionalismo orgulloso y complacido. Newman tuvo, mucho antes que aparecieran las doctrinas de la evolución, la percepción del valor vinculado al devenir histórico; presintió eso que nosotros llamamos filosofías de la existencia, es decir, la necesidad de una perspectiva a la vez personal y temporal en la búsqueda de la verdad.

¿Ha sido este shock a los quince años una conversión? Me parece que fue sobre todo un descubrimiento, el descubrimiento de un Dios vivo. El Ser supremo no es sin más un simple centro de referencia intelectual, sino una Persona misteriosa que sostiene nuestra propia persona y a la cual podemos responder por la oración. No es sin más el Dios del cual disponemos cuando solucionamos en solitario nuestros propios problemas, sino el Señor que dispone y contiene nuestro misterio. Si uno duda sobre la originalidad de tal actitud, basta imaginar la época en la que Europa redujo poco a poco la teología a partir del Renacimiento. En vez de buscar en nosotros la imagen de Dios, esa época se formó un Dios a imagen del intelecto humano. A veces rebajando el infinito al nivel del mundo y diluirlo en él completamente. Así desde Jakob Böhme hasta los postkantianos. A veces, en cambio, marginando a Dios más allá de las ridículas cuestiones acerca de nuestro destino: se trata del Dios pálido de los deístas, el fantasma inaccesible e indiferente que flota en el horizonte del Cándido o del Micromegas.[3] Esta oscilación trágica entre el Señor demasiado cercano y el Señor demasiado lejano, pero siempre demasiado humano, también la conoció Inglaterra. Se trata en todo caso más de una expulsión de Dios que de un hipótesis de un dios finito; es un subterfugio del racionalismo en ciernes. A todas estas teologías, sea que vengan de Hume o de Paley o del Continente, Newman les opondrá el muro del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He aquí el elemento perdurable de su conversión, la nueva atmósfera en la que se moverá su espíritu. Con ello estarán mezclados elementos caducos y en particular la creencia calvinista en la predestinación. “La cual conservé hasta mis veinte años, época a partir de la cual se fue desvaneciendo gradualmente” (Apologia pro vita sua, p. 4).

[1] Pedro A. Benítez, «Maurice Nédoncelle, A Newman Scholar,» Newman Studies Journal 11, no. 1 (Spring 2014).

[2] En el texto de Nédoncelle la referencia está equivocada.

[3] Hace alusión a las dos obras de Voltaire. Cándido publicada en 1759 y Micromegas en 1752.

RANDOM POSTS

0 934
«Después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, sintió hambre» (Mt 4,2) Primer...