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Lead, Kindly Light es un himno escrito en 1833 por John Henry Newman del poema titulado «The Pillar of the Cloud».

Presentamos el texto del poema debajo del video.

90. The Pillar of the Cloud

[156]

Lead, Kindly Light, amid the encircling gloom

Lead Thou me on!

The night is dark, and I am far from home—

Lead Thou me on!

Keep Thou my feet; I do not ask to see

The distant scene—one step enough for me.

I was not ever thus, nor pray’d that Thou

Shouldst lead me on.

I loved to choose and see my path, but now

Lead Thou me on!

I loved the garish day, and, spite of fears,

Pride ruled my will: remember not past years.

[157]

So long Thy power hath blest me, sure it still

Will lead me on,

O’er moor and fen, o’er crag and torrent, till

The night is gone;

And with the morn those angel faces smile

Which I have loved long since, and lost awhile.


At Sea
.

June 16, 1833.

Siendo Newman consciente de la intensidad de su vida guardaba con cuidado sus apuntes y cartas personales, sin embargo, no se había planteado la redacción sobre su autobiografía de manera directa, a pesar de que Bremond le llama «el más autobiográfico de los hombres». En su novela Loss and Gane: The Story of a Convert (1847), Newman había relatado la historia de un estudiante de Oxford, Charles Reding. A poco que se conozca la vida de Newman se comprende que detrás del proceso de conversión de aquel personaje se esconde su propia lucha. Pero ha cambiado los nombres y las circunstancias, dando origen a una narración paralela, pero no igual a su vida. Lo que motivó a Newman a escribir sobre su experiencia vital fue el ataque público que hizo el doctor Charles Kingsley (1819-1875) a los católicos en general y directamente a su persona. Kingsley siendo ya un conocido escritor anglicano, escribió en 1864 en una revista que «la religión católica hace peores a los hombres» y que «la verdad no ha sido nunca una virtud del clero católico». Para confirmar sus palabras incluyó en el texto que el «Padre Newman  nos dice que no hace falta eso (virtud), y en general no debe ser así». Ello movió a Newman a hacer una defensa igualmente pública. Para este fin utilizó material que apoyara los hechos por él descritos en cartas y otros documentos que había recogido con antelación.

Como antecedente, Newman se había convertido del anglicanismo al catolicismo en 1845. Antes de tal decisión había padecido grandes dudas, retracciones, calumnias e insultos; en consecuencia, sufría el recelo de muchos católicos y el odio de los anglicanos. Hacia 1864, Newman vivía en el Oratorio de San Felipe Neri en Edgbaston, Birmingham, y quiso aprovechar la oportunidad para devolver la honra a aquellos con quienes compartía su fe. Teniendo él presentes los grandes sacrificios que había pasado, la constante fidelidad a los llamados de su conciencia y las largas temporadas de obscuridad, atestiguados por escritos de conocimiento público, contaba con suficientes pruebas como para demostrar la sinceridad de sus decisiones.

Nuestro autor salió del silencio y comenzó la redacción de siete folletos semanales que fueron publicados sucesivamente entre el jueves 21 de abril y el 2 de junio de 1864 en la revista Macmillan´s Magazine. Los dos primeros los dedicó a examinar las acusaciones. Posteriormente Newman inició el relato y defensa de su vida con aquellos datos que fueron significativos en su proceso de conversión y que le llevaron hasta un acto de asentimiento imprevisto de su parte. Narra desde sus primeros años de juventud hasta 1845; lo restante lo omite porque le parece que el asunto queda resuelto con mostrar el camino de su conversión. Los folletos despertaron el interés en todos los ambientes dentro y fuera de las Islas Británicas. Del lado de Kingsley estaban la Iglesia Nacional, el Parlamento, la Universidad de Oxford (cabeza de la intelectualidad anglicana) y el vulgo, cultos y menos cultos. Desde América, Asia y, sobre todo, de Roma llegaban cartas a Newman. Se enfrentaban en un debate abierto dos grandes concepciones del pensamiento, de la vida intelectual y espiritual de mediados del siglo XIX. Posteriormente fueron publicados como libro bajo el título de Apologia pro vita sua.

Es necesario mencionar algunas circunstancias de su contexto para ayudar a comprender el ambiente que le rodeaba. La vida de Newman abarcó casi por completo el siglo XIX. Éste fue para Inglaterra un siglo de profundas transformaciones, especialmente durante sus primeras décadas. En el ámbito científico y técnico aparecieron brillantes investigadores cuyos descubrimientos estuvieron cuajados de cambios vitales en los campos de la biología, la geología, la química y las ciencias médicas. Aparecen la locomotora y la electricidad. Todo ello trae como consecuencia un progreso industrial nunca antes sospechado. En estrecha relación con estos avances, la sociedad sufrió una serie de profundas transformaciones. Nace el sistema económico capitalista práctico, avalada por unas teorías que se difundieron con facilidad. Se crearon las primeras fábricas y se inició la explotación industrial moderna. Apareció la masa obrera de las ciudades para abastecer las fábricas; al tiempo que se consolidó la burguesía.

En esa misma época, la política inglesa incorporó el derecho al voto y tomó fuerza el poder de las clases medias suplantando el poder de la aristocracia. El mismo Parlamento comenzó a representar las personas en particular, a cualquier ciudadano, en vez de las propiedades de los nobles. La cultura está invadida por el Romanticismo en las artes y en las letras. Se rompe la tradición y la ruptura con el racionalismo es una reacción casi violenta. Como resultado se advierte un resurgimiento comparable a la época de Shakespeare. Los representantes ingleses del romanticismo se manifiestan en tan diversos estilos desde el pesimismo de Lord Byron (1788-1824) hasta la lozanía popular y castiza de Walter Scott (1771-1832). Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) y William Wordsworth (1770-1850) son también interesantes artistas de la época. La cercanía de la Revolución francesa y la influencia de los jacobinos trajeron consigo otros cambios ideológicos. En filosofía se desarrolló el  positivismo; y en detrimento de la religión se popularizaron las tendencias agnósticas. Triunfó el materialismo, la revolución y la  incredulidad.

En cuanto a Newman, fue ministro de la Iglesia Anglicana, comunidad dominada ya en el siglo pasado por una religiosidad formal y casi vacía. La ley tenía el monopolio de las conciencias, mientras que el clero estaba frecuentemente ausente de su trabajo pastoral. Por otro lado, dicha Iglesia sufre la ofensiva de quienes pretendían despojarla de sus privilegios en la vida pública del país y su influencia sobre los fieles. Aparecen, dentro del anglicanismo,  grupos de tendencia protestante por influencia alemana. Eran sectas distintas entre los que destacan los grupos de metodistas, cuáqueros, unitarios y bautistas. Igualmente se introdujeron ideologías secularistas y laicistas dando como consecuencia un paulatino proceso de incredulidad. Y para contrarrestar la fuerza cultural del anglicanismo, se creó la London University en 1828, que pretendía ser la réplica laica de la enseñanza confesional de Oxford y Cambridge. La filosofía utilitarista de Jeremy Bentham (1748-1832) y James Mill (1773-1836) representa el pragmatismo individualista y secularizador en Inglaterra. Desde esta teoría pretenden reducir la religión a una función moralista de la sociedad. El marco histórico en que se desarrolló la vida de Newman tuvo importantes repercusiones hasta nuestros días.

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1. Dos perspectivas del ser humano

¿Qué significa ser considerado un representante del pensamiento personalista?, ¿qué características distingue a los pensadores personalistas de los que no lo son? John F. Crosby, en la “Introducción” de su libro The Selfhood of the Human Person, explica que al ser humano se le pueden considerar desde dos perspectivas: una cosmológica y otra personalista. En el primer caso podemos citar la visión aristotélica en la cual se caracteriza al hombre desde términos tomados de la filosofía de la naturaleza y que comparte con seres inferiores al hombre; ello conlleva el riesgo de reducirle simplemente a una parte del mundo existente. En el segundo caso, la reflexión filosófica desea reivindicar al hombre haciendo patente su irreductibilidad respecto al mundo, de manera que se le preste especial atención a la subjetividad personal y al desarrollo de las categorías que son exclusivamente aplicables a la persona, como son la interioridad, la presencia ante sí mismo y la propia donación. En este marco de referencia se encuentran tanto la perspectiva de ser humano que propone John Henry Newman.

1.2. Desde el personalismo teológico

Newman destaca por sus aportaciones a la teología, dado que sus reflexiones de tipo filosófico fueron escritas en función a su reflexión teológica. El entonces profesor Joseph Ratzinger considera a Newman un gran teólogo de pertinencia actual ante la controversia espiritual de nuestro tiempo. En 1990, durante el congreso conmemorativo del centenario de la muerte del cardenal inglés, narró su propia experiencia: en el Seminario de Frisinga, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, uno de sus profesores y otros alumnos encontraron en Newman un autor que respondía a sus inquietudes, particularmente en su teología de la conciencia. Acababan de sufrir en Alemania un totalitarismo de partido considerada como la pieza de la historia que negaba la conciencia de la persona pues Hitler pretendía ser la única conciencia del país. Ratzinger afirma que la doctrina de Newman sobre la conciencia divina fue para nosotros como el fundamento de aquel personalismo teológico. Nuestra imagen del hombre, casi como nuestra conciencia de la Iglesia, se constituyó como nuestro punto de partida. Así que esta propuesta fue acogida con entusiasmo en aquel Seminario que debía reconstruir el pensamiento y el ánimo de aquellos jóvenes de postguerra. Newman es considerado como un personalista entre los teólogos contemporáneos.

1.3. Otras referencias marginales de consideración sobre el personalismo

Con el fin de acotar claramente a los filósofos personalistas se ha considerado como punto deferencia temporal a partir de la Segunda Guerra Mundial. Desde esta referencia Newman queda fuera del personalismo contemporáneo ya que su vida terrena se apagó un poco antes del siglo que sufrió tales tragedias. Pero conviene destacar que, a pesar de ello, este autor inglés es cada vez más estudiado como un visionario. Newman se mantuvo al margen de la reflexión anquilosada que encontró lamentablemente en sus años de estudio en Roma y ofreció una serie de aportaciones que se han ido recogiendo un siglo después. Newman mantiene su mente atenta a la realidad concreta, más anclada en la experiencia, en los hechos y en el sentido común que en teorías abstractas. Un elemento importante de su formación intelectual fue que se dedicó seriamente al estudio de los escritos de los Primeros Padres de la Iglesia, especialmente en sus textos trinitarios, en autores como son San Cirilo de Alejandría y San Atanasio cuyas obras buscaban desentrañar algo más sobre las Personas Divinas. Siendo la persona una realidad análoga, el estudio de las Personas Divinas le sirvió de inspiración al contemplar a la persona humana. Esta misma vía de entendimiento la siguieron los místicos clásicos como San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús, quienes intuyeron la riqueza de la persona desde su contemplación de Jesucristo.

Por otro lado, Newman queda aparentemente excluido del personalismo si se considera el vínculo con el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, así como a los fenomenólogos de los siglos XIX y XX como fundamentos indispensables de esta nueva propuesta. Newman, ciertamente estudió parcialmente el pensamiento tomista durante sus años de estudio en Roma y de ellos extrajo su noción de la fe como un asentimiento. Las fuentes de su reflexión filosófica han estado más relacionadas con el empirismo inglés, la teología calvinista -en sus primeros años-, corrientes de pensamiento que bebieron de las fuentes del pensamiento estoico, más que de las del aristotelismo. Así se comprueba por su tendencia a la filosofía práctica como son la lógica, la ética y la política en sentido clásico. De Aristóteles Newman estudió sobre todo el Órganon y el libro a Nicómaco. En última instancia, Newman resulta ser un pensador independiente, porque a pesar de estar imbuido en un contexto cultural, respondió a los planteamientos del empirismo inmanentista con los que no concordaba.

Se ha dicho que el personalismo es un pensamiento de reacción. Si bien sus autores han reaccionado ante los abusos contra la persona humana, la riqueza de esta reflexión no se agota en dicho aspecto. En un marco actitudinal respecto al ambiente cultural de su tiempo, los personalistas típicos se opusieron tanto al capitalismo como al comunismo de la segunda mitad del siglo XX, los cuales competían por imponerse en el mundo. En el fondo se oponen a la mediatización materialista de la persona. Newman se opuso por razones morales, políticas y educativas, al capitalismo británico de corte pragmático e individualista ya patente en el siglo XIX, como puede comprobarse, por ejemplo, en su discurso sobre el fin y la naturaleza de la universidad.

1.4. En un análisis más detallado

John Henry Newman no reúne todas las características contextuales para ser considerado un representante típico del personalismo porque su pensamiento no se enmarca plenamente dentro del cauce de esta línea filosófica, sin embargo, “su vida reúne una mezcla de acción y reflexión propia de muchos de sus representantes”, como menciona Juan Manuel Burgos. Pero en Newman se encuentran las características fundamentales de fondo: es un pensador realista, comparte el interés por comprender a las personas concretas desde ellas mismas y su método de reflexión está iluminado por su propia acción y experiencia.

A continuación se matizan aquellos aspectos del pensamiento de Newman en el que aparece muy cercano a lo que podría denominarse la familia intelectual personalista.

En primer lugar, Newman es un pensador realista porque en términos generales acepta una realidad extramental que no depende de él ni de su mente. Esta afirmación no está basada en una teoría metafísica sino en su propuesta gnoseológica, resultado de su experiencia y observación. Por ejemplo, cuando se refiere a las características del asentimiento real y su relación con las imágenes representadas, afirma que “la claridad de las imágenes que se requieren para el asentimiento real no es garantía de la existencia de los objetos que representan. Una proposición por más vivamente que sea aprendida puede ser verdadera o puede ser falsa”. Esta misma cita muestra cómo para Newman el hombre es capaz de conocer la verdad, pero no la abarca del todo, ni la posee a la perfección.

Se debe aclarar que Newman siendo realista no es propiamente un filósofo metafísico en el sentido estricto de la palabra, porque si bien acepta todos sus principios básicos no maneja científicamente el lenguaje propio metafísico. Su actitud gnoseológica es realista y mantuvo un rechazo casi connatural al esencialismo y a cualquier enfoque inmanentista. Este fue uno de los motivos que le alejó del protestantismo. Newman destaca como un hombre que buscó la verdad con pasión, aun a costa de su honra y de su prestigio. La buscó con ahínco y la encontró fuera del contexto que él esperaba, y a pesar de su sorpresa que le llevó incluso al desconcierto y el abatimiento ante el mundo que debía abandonar al acoger la verdad con todas sus consecuencias. Entre sus amigos del Movimiento de Oxford, unos optaron por poner entre paréntesis sus descubrimientos como teólogos, su teoría, y siguieron su vida sin modificación alguna. Otros, muchos, siguieron el curso de Newman sin que él lo promoviera por respeto a la conciencia de cada uno y con un sentido delicadísimo de la libertad personal.

En segundo lugar, Newman resulta cercano al personalismo por su consideración sobre la libertad humana. Sus Sermones Universitarios, escritos en sus años anglicanos, muestran la visión de Newman respecto a la libertad. Newman no hizo de este teman un tratado, sino que es un supuesto indispensable que sostiene todo su pensamiento. Años después, luchó a favor de la libertad religiosa en Inglaterra. En su Carta al Duque de Norfork, respondió a sus contemporáneos que pretendían negar dicha libertad a los católicos británicos bajo supuestos más bien de carácter político. Quizá lo más sobresaliente en Newman es que propugna por la libertad de la conciencia, a lo que dedica el capítulo V de esta misma Carta. Y es que sin libertad no hay cabida a la responsabilidad ni a la moralidad.

En tercer lugar, la consideración de la persona como una realidad sustancial es mantenida por Newman, de manera que todos los actos tienen como fundamento a la entidad personal. Así, dice por ejemplo, “el asentimiento real es de naturaleza personal: cada individuo tiene los suyos y por ellos es reconocido”. La filosofía que contextualiza el pensamiento de Newman tiende a la unidad de la persona e insiste en que la imaginación es de cada persona y por tanto en la realidad se contextualiza dependiendo de los datos que cada uno ha recogido con su experiencia. De tal forma que en Newman el hablar de persona, libertad, responsabilidad, naturaleza, sentido ético y religioso forman una especie de unidad. La libertad no es sino la atención a lo que pide la propia naturaleza, y el desarrollo personal supone la moral que guía a la persona en sus decisiones, tomadas conforme a su conciencia. El sentido moral tiene como referencia a Dios, Creador de dicha naturaleza, y a la conciencia, la cual no es sino la voz divina que guía al hombre hacia su bien. Sus Sermones Universitarios, dictados en la Parroquia de Saint Mary’s durante sus años en Oxford, dan clara muestra de tal percepción del hombre y el sentido de su vida. La moral que presenta Newman es muy exigente, y no da cabida a los pretextos que detienen en el seguimiento de la propia conciencia.

Otro punto es la valoración de la dimensión afectiva del hombre. Las afirmaciones de Newman respecto al papel que juegan los afectos a favor de la fe tienden a la integración de las facultades de la persona. Al reflexionar sobre el tema de la fe, considerado como un asentimiento real o como la aceptación de la verdad contenida en una proposición concreta, matiza diciendo que no todos los asentimientos tienen la misma fuerza y atribuye la máxima firmeza al asentimiento que impacta también la misma vida, en la cual media el amor a la persona que ha mostrado dicha verdad. Una cita elocuente al respecto dice: “La fe de tantos miles en nuestros días en la divinidad de Jesucristo no por ser común es necesariamente nocional, sino que puede ser una fe real y personal originada en las diversas almas por diversas experiencias y causas dispositivas combinadas de diversas maneras. Tales son una imaginación cálida y fuerte, una gran sensibilidad, la compunción y el horror al pecado, (…) la familiaridad con cantos y poemas religiosos, (…) la predicación elocuente. En cada caso la imagen mental, con la experiencia de la que ésta procede, sería resultado personal”. Más adelante Newman señala que “sería necesariamente un principio de simpatía y un lazo de comunicación entre aquellos que llegaron por estos caminos diversos a un asentimiento común mucho más fuerte que el que pudiera lograr cualquier número de nociones comúnmente aceptadas”.

En cuanto al valor otorgado a la realidad relacional del hombre, baste referirse a la propia experiencia vital de Newman, quien a los dieciséis años, según narra él mismo, experimentó su primera conversión. A partir de esa edad, él privilegió en su pensamiento y en su vida la certeza de que dos y sólo dos sustancias existentes importaban: su alma y Dios, pasando a segundo termino cualquier otra relación. Sesenta años después, el lema de su escudo cardenalicio fue: “Cor ad cor loquitur”. Esta constante referencia al Otro le prepara para estar atento a las demás personas. No se encontró nunca aislado, sino que las relaciones interpersonales guardaban un especial sentido en su vida, en la medida en que tuvieran tal referencia. Por ello, por ejemplo, la amistad que cultivó exquisitamente con tantas personas era otra manera de vivir el amor a Dios. Y tal convicción aplicaba igualmente para sus amigos varones como para aquellas mujeres a las que guardó lealtad hasta su muerte, como fue el caso de Maria Giberne.

Con este testimonio sobra decir que para Newman tienen primacía absoluta los valores morales y religiosos. En los Discursos en los que ofreció su propuesta educativa para fundar la primera universidad para laicos católicos en Irlanda, muestra explícitamente su pensamiento sobre la armonía e integridad del saber que incluye las distintas ciencias, la filosofía y la teología, lo cual es condición para la formación de una verdadera cultura puesto que sólo en la integridad de los saberes se puede hablar de sabiduría.

En definitiva, con las salvedades antes mencionadas, Newman “surca el mismo ancho mar –como bellamente dice Carlos Díaz- de la reflexión sobre la dignidad inalienable de la persona desde el testimonio activo, que espera avistar un mañana donde la Trascendencia se haga presencia definitiva”, con la que caracteriza al pensador personalista.

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El pasado 30 de mayo, el Círculo John Henry Newman presentó la obra «El sueño de Geroncio» en Ajijic, Jalisco, México. La obra de voces y orquesta, compuesta por Edward Elgar en 1900, se basa en el poema homónimo de John Henry Newman. Los participantes pudieron apreciar el concierto completo y estudiar el contenido del poema.

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exposiciónLa Dra. Rosario Athié, Jefe de la Academia de Filosofía Social del Departamento de Humanidades de la Universidad Panamericana, Campus Guadalajara, dictó conferencia sobre la actualidad del pensamiento de John Henry Newman en el auditorio del Instituto de Ciencias Religiosas en la ciudad de Alicante, España. El evento se llevó a cabo en 13 de abril de 2015.

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Este breve diccionario de textos recorre el itinerario intelectual de Newman, y ofrece las grandes líneas de su pensamiento teológico, ascético-espiritual e histórico. Sus citas son de gran ayuda para los comunicadores en asuntos religiosos y espirituales, y ayudan a entender cómo la vida y el pensamiento se ajustan a la verdad cristiana con una coherencia asombrosa. Esta antología remite a casi todas las obras publicadas.

Se puede adquirir la copia digital en: Amazon, Casa del Libro, iTunes.

 

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Ponemos a su disposición el artículo «La lectura lonerganiana de Hegel», escrito por Mark D. Morelli, de Loyola Marymount University. Trata brevemente la relación de Lonergan con Newman. Lo podrá encontrar en las páginas 199-225. 

Haga clic para descargar: Revista de Filosofía: Debate Hermenéutica Cultura, Universidad Iberoamericana

Tomado de: http://www.ibero-publicaciones.com/filosofia/volumenes_anteriores.php?id_volumen=7

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John Henry Newman es un filósofo y teólogo, precursor del personalismo.

JOHN HENRY NEWMAN

Cronologí­a de su vida y obras

Rosario Athié[1]

John Henry Newman nació en la ciudad de Londres, Reino Unido, el 21 de febrero de 1801. Es el mayor de seis hermanos, hijos del banquero John Newman y de Jemima Fourdrinier, quienes los bautizaron en la Iglesia Anglicana.

El primero de mayo de 1808 ingresa en la Escuela de Ealing, donde el director del plantel lo consideró el mejor alumno que hubiera pasado por sus aulas.

El 8 de marzo de 1816 su padre sufre una crisis financiera que le obligó a vender sus posesiones y reducir considerablemente el gasto familiar.

Durante el curso escolar de 1816, Newman recibió la influencia evangelista del Rev. Mayers y experimenta una profunda conversión espiritual en la que decide tomarse en serio su relación con Dios, definiendo que lo único importante para él a partir de ese momento serí­a Dios y su alma.

El 14 de diciembre de ese mismo año se matricula en Trinity College, Oxford, con gran esfuerzo por parte de su familia. Su padre tení­a la ilusión de que su hijo mayor fuera abogado. Cursó bien sus estudios pero decide hacerse clérigo anglicano y dejar la abogací­a y continuó sus estudios en el mismo College.

El 12 de febrero de 1822 es elegido Fellow de Oriel College pues quienes lo eligen consideran su gran talento. Este cargo académico le facilitó los medios económicos que necesitaba, le acercó a un grupo de intelectuales destacados en el ámbito filosófico y teológico de Oxford y le ofreció el medio para influir positivamente en sus alumnos.

El 16 de mayo de 1824 trabajó temporalmente en la parroquia de San Clemente, con el fin de darse cuenta en qué consistí­a el trabajo propio de un clérigo.

El 13 de junio de 1824 recibe la ordenación diaconal en la Iglesia Anglicana. En septiembre de ese mismo año muere su padre a consecuencia de las preocupaciones económicas. Newman se hace cargo de sacar adelante los estudios de sus hermanos y el sustento de su madre y sus hermanas.

En 1825 colaboró con artí­culos sobre Cicerón, los milagros y Apolonio de Tyana para la Enciclopedia Metropolitana, en medio de su trabajo pastoral y docente. El 29 de mayo de ese mismo año es ordenado sacerdote anglicano. A pesar de la costumbre de la clerecí­a anglicana de tomar esposa, y particularmente en esos momentos, él decide dedicar su tiempo y su corazón por completo al ministerio viviendo el celibato por el Reino de los Cielos.

El 21 de marzo de 1826 fue nombrado Tutor de Oriel College, con un mejor sueldo y una mayor influencia académica entre sus colegas y alumnos.

Entre los meses de octubre y noviembre de 1827 le aqueja una grave enfermedad que le hace temer por su vida. Al año siguiente, el 5 de enero de 1828, muere repentinamente su hermana menor, Mary, de un apendicitis. John Henry tení­a gran afinidad con ella por lo que sufrió más que con la muerte de su padre.

El 8 de diciembre de 1832 se embarca hacia Italia con los Freud, padre e hijo. De esta manera conoce Roma y otros lugares de interés, impresionándole grandemente la solidez que manifestaba la Iglesia Católica Romana aun en sus edificios. Permanece en Italia varios meses donde enfermó de nuevo. Volvió a Inglaterra decidido a dar solidez doctrinal a la Iglesia Anglicana. Su amigo Hurrell Frued pertenecí­a a la High Church[2], por este motivo él rezaba el breviario de los sacerdotes católicos, siendo sacerdote anglicano, pues ambos amigos tení­an un gran deseo de promover una liturgia más piadosa. Hurrell murió al poco tiempo y le heredó a Newman su breviario.

El 14 de julio de 1833 fundaron el Movimiento de Oxford, Newman, John Keble y Edward B. Pusey. El modo como dieron difusión a sus propuestas fue publicando unos pequeños folletos llamados Tract of the Times. Ellos los miembros del Movimiento daban a conocer de manera sencilla las conclusiones de sus investigaciones teológicas. Estas publicaciones duraron hasta 1841.

El 8 de julio de 1833 Newman publicó su primera obra: Los arrianos del siglo IV, lo que muestra sus investigaciones sobre los debates de temas cristológicos y las respuestas a las herejí­as basado en el estudio de los Primeros Padres de la Iglesia.

Entre los años 1834 y 1835 trabajó en una explicación sobre la verdadera Iglesia de Cristo. La solución dada en La ví­a media de la Iglesia Anglicana era que la Iglesia original tení­a tres ramas: la Anglicana, la Ortodoxa y la Católica Romana.

Los sermones compendiados bajo el tí­tulo Parroquial and Plain Sermons los escribió entre los años 1834 y 1842, en los que se recoge su predicación como párroco de la Iglesia de St. Mary’s en Oxford, cargo que ocupó desde 1827. Este nombramiento era un reconocimiento, no sólo a su ministerio, sino a su capacidad intelectual pues sus sermones debí­an tener una alta calidad académica. La parroquia atendí­a tanto a los miembros del claustro de la Universidad de Oxford, como a los habitantes de las poblaciones de Oxford y Littlemore, de humilde condición.

En 1838 publicó dos obras que también eran compendio de su trabajo académico: Lectures on Prophetical Office of the Church y Lectures on Justification.

Con la guí­a del estudio y profundización de los escritos de los Primeros Padres de la Iglesia, Newman fue dándose cuenta que la Iglesia Anglicana no habí­a conservado í­ntegro del depósito de la fe que habí­a recibido la Iglesia primitiva, por lo que pasó por una crisis respecto a sus convicciones religiosas entre los años de 1839 y 1841, lo cual comenzó a vislumbrarse en sus escritos, particularmente en los Tract. Hasta que al escribir el Tract 90 recibió amonestaciones de parte de su obispo.

En abril de 1842 le pidió permiso a su obispo de pasar una temporada de oración y estudio y se retira a Littlemore, a nueve kilómetros de Oxford donde, con un grupo de amigos que pasaban por una situación similar, conforma una especie de comunidad. Mientras tanto, muchos de sus alumnos que habí­an seguido el proceso intelectual de su profesor, avalado por la profundizar en la doctrina de los Padres de la Iglesia, habí­an decidido incorporarse a la Iglesia Católica Romana.

En Littlemore pasó Newman más de tres años. Ahí­ escribió Los sermones universitarios y Ensayo sobre los milagros en 1843. El 18 de septiembre él es removido de su cargo como párroco de St. Mary’s.

El año de 1844 fue un año muy atormentado, pues teniendo claro desde el punto de vista teológico que la única Iglesia que habí­a conservado í­ntegra la doctrina de Cristo era la Iglesia Católica Romana, mantení­a una serie de objeciones sobre las prácticas piadosas y el papado. Ese mismo año escribió y publicó La vida de los santos ingleses.

Un trabajo de investigación notable durante sus años en Littlemore fue El desarrollo del dogma, en el que fue mostrando la unidad entre el depósito de la fe y la necesidad de definir dogmas por motivos pastorales concretos, de manera que se fueran aclarando con precisión lo que la Iglesia ha creí­do desde el principio. Este trabajo resultó ser también una aportación para la Iglesia Católica Romana en el ámbito de la Teologí­a y concretamente sobre la Eclesiologí­a y la Dogmática. Terminó el libro en 1845.

El 8 de octubre de 1845 recibió en Littlemore la visita de Domenico Barberi, sacerdote Pasionista italiano. Newman habí­a despejado ya toda duda y le pidió que escuchara su confesión general y en los albores del dí­a 9 de octubre hizo la profesión de fe en la Iglesia Católica Romana. El 22 de febrero se trasladó a Oscott, Maryvale, donde se encontraba el obispo Wiseman para ponerse a sus órdenes y entregarle su escrito sobre el desarrollo del dogma con la disposición de que le objetaran, sin embargo su investigación no tení­a ningún inconveniente respecto a la fe católica. El obispo lo envió a estudiar a Roma, al Colegio de Propaganda Fidei junto con Ambrose Saint John, amigo suyo converso que habí­a compartido sus dí­as de estudio en Littlemore. La estancia en Roma fue de unos meses entre 1846 y 1847 con el fin de que completaran los estudios necesarios para recibir el orden sagrado. Newman se encontró con que sus estudios teológicos no eran superados por sus profesores y sólo con un jesuita halló con quien debatir.

El 30 de mayo de 1847 recibió la ordenación sacerdotal y celebró su primera Misa. El Papa Pio IX le sugierió que fundara en Inglaterra el primer Oratorio de San Felipe Neri, por lo que también pasó una temporada como novicio. Se trata de sacerdotes seculares, sin votos, que viven en comunidad para rezar y trabajar pastoralmente juntos. Este estilo de vida coincidí­a con lo que Newman habí­a vivido en los college de Oxford y en Littlemore. Una vez que estudió y adaptó los estatutos del Oratorio se trasladó a su paí­s.

El dí­a 1º de febrero de 1848 fue la fecha de fundación del Oratorio de San Felipe Neri en Maryvale. Al año siguiente se trasladó con otros sacerdotes a Birmingham. Poco después publicó la novela Perder y ganar en la que, con notas autobiográficas, narra la conversión de un estudiante de Oxford.

Su obra Discourses Addressed to Mixed Congregations la publicó en 1849. Ese mismo año inicia otro Oratorio en Londres. En 1850 recibe una llamada de atención de parte de la jerarquí­a católica por un mal entendido que le hizo sufrir mucho. A pesar de todo, publicó también Lectures on Difficulties Felt by Anglicans y Lectures on Present Position of Catholics in England.

Los obispos irlandeses solicitaron a Newman que promoviera la primera universidad católica en esa Isla. A manera de preparación, dictó nueve conferencias sobre su propuesta educativa sobre la naturaleza y fin de la universidad. Dichas conferencias las pronunció sucesivamente entre el 2 de noviembre de 1851 y el 12 de noviembre de 1958. El tí­tulo que los compendia es Discourses on Scope and Nature of University Education, que constituyen la primera parte de lo que más tarde tituló Idea of a University. Newman fue el Rector de la Universidad Católica de Irlanda a partir de 1854 y se retiró en 1858. Los Office and Works of University los escribió entre 1854 y 1858. En 1856 publicó su segunda novela, Callista: A Sketch of the Third Century en la que expone la vida y las dificultades por las que pasaron los primeros cristianos.

En 1857 publica Sermons Preached on Various Occasions. En los dos años siguientes, 1858 y 1859, sufrió una serie de problemas por artí­culos publicados en la revista Rambler, de la que fue Editor ese último año. Entonces publicó también lo que serí­a la segunda parte de Idea of a University: Lectures and Essays on Uniersity Subjects, así­ como otro compendio de estudios teológicos: On Consulting the Faithful in Matters of Doctrine.

A partir de las dificultades en la revista, tomó la decisión de pasar oculto. Así­ se conocen sus años de silencio entre 1859 y 1864 hasta que las acusaciones públicas a su persona y sus correligionarios de parte de Charles Kingsley le obligaron a hacer también una pública defensa. Escribió por este motivo una serie de folletos en los que narraba la historia de sus convicciones religiosas y, en consecuencia, su personal proceso de conversión en el que hací­a ver su rectitud de intención en la búsqueda de la verdad. El resultado de este trabajo agotador, porque en ocasiones escribí­a hasta 18 horas seguidas, fue su Apologia pro vita sua, que le ganó la simpatí­a de muchos anglicanos de buena voluntad. Pero también dio pié a la serie de controversias que tuvo que mantener con miembros de la Universidad de Oxford.

En 1866 publica El sueño de Gerontio en el que habla de la muerte y la vida eterna. Entre los años 1868 y 1870 reflexiona sobre la certeza de la fe hasta la publicación de su Gramática del asentimiento, en el que explica el proceso gnoseológico por el cual se llega hasta el acto de fe.

En 1872 publica Historical Sketches y al año siguiente le publican la versión definitiva de The Idea od a University, Defined and Illustrated.

El año de 1874 lo dedica a hacer una detallada revisión de todas sus obras y escritos. En 1875 debe enfrentar a una nueva controversia con Gladstone. El fruto de tal polémica fue su obra sobre la conciencia: Letter to the Duke of Norfolk.

Después de una vida en los que tuvo que enfrentar tantas controversias y dificultades, recibió el reconocimiento que mayor alegrí­a habrí­a de traerle, como Fellow Honorario de Trinity College, donde habí­a sido estudiante cincuenta años atrás, lo que le dio la oportunidad de volver a su amado Oxford con el reconocimiento de sus antiguos amigos y colegas.

Otro merecido reconocimiento le otorgó la Iglesia a la que habí­a servido la segunda mitad de su vida y el 12 de mayo de 1879 el Papa León XIII entrega su primer palio cardenalicio en la persona de Newman, nombrándolo cardenal diácono, tí­tulo honorí­fico por sus méritos pero no ejerció como tal ni se quedó a vivir en Roma. Su lema fue Cor ad cor loquitur.

En 1884 publicó Obligations of Catholics Concerning the Inspiration of Scripture.

Pasó sus últimos años en el Oratorio que él fundó en Birmingham y murió, siendo ya muy anciano, el 11 de agosto de 1890. Se le enterró en Rednal, a las afueras de donde vivió tantos años en servicio de los intelectuales y de los más pobres. Su epitafio dice: Ex umbris et imagí­nibus in veritatem (Pasó de las sombras y las imágenes a la Verdad).

En 1991 fue declarado Venerable por Juan Pablo II, una vez que se comprobó que John Henry Newman habí­a vivido heroicamente todas la virtudes. En el año 2005 se le atribuyó y confirmó el milagro de una curación en la ciudad americana de Boston. El 19 de septiembre de 2010 será beatificado por el Papa Benedicto XVI en Inglaterra en medio de gran expectación dado que supone un acontecimiento histórico para la Iglesia Católica en Gran Bretaña.


[1] Profesora de Filosofí­a de la Educación en la Universidad Panamericana (Guadalajara, México), Miembro de la Asociación Española de Personalismo y de la Newman Association of America (USA), Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (México).

[2] Dentro de la Iglesia Anglicana existen tres tendencias: la High Church, que son los anglicanos catolizantes, sin ser angloromanos; la Low Church, con una clara tendencia protestante; y aquellos anglicanos que viven una religiosidad oficial.

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